El acuerdo comercial entre el Reino Unido y EE.UU. supone un alivio, pero no una revolución


El acuerdo comercial entre el Reino Unido y EE.UU. de ayer puede que no desmantele el arancel base del 10% de Trump, pero ofrece victorias estratégicas para los principales exportadores británicos, especialmente en los sectores automotriz, aeroespacial y siderúrgico. Jaguar Land Rover, Bentley y McLaren respiran con más tranquilidad: las exportaciones de automóviles del Reino Unido a EE.UU. ahora se enfrentarán a un arancel del 10% (en comparación con el 27.5% potencial) sobre los primeros 100.000 vehículos, lo que cubre efectivamente el 99% del volumen comercial actual. Jaguar Land Rover elogió el acuerdo como un "progreso significativo", con implicaciones para la inversión a largo plazo. Se espera estabilidad en las ventas de JLR orientadas a EE. UU. y un optimismo positivo para los proveedores del sector automotriz.
Rolls-Royce obtuvo acceso libre de aranceles para sus motores a reacción, lo que impulsó sus acciones un 3.6%. Esto debería impulsar los futuros pedidos transatlánticos y reducir la incertidumbre sobre los costes de los insumos. Mientras tanto, Boeing subió un 2.8% tras conocerse un acuerdo de 10.000 millones de dólares con IAG (matriz de British Airways), una victoria diplomática impulsada por la cooperación aeroespacial con el Reino Unido. Productores de acero como Tata Steel UK también se benefician: 370 millones de libras esterlinas de exportaciones anuales de acero a EE. UU. se encuentran ahora en una posición más sólida.
Sin embargo, no todos celebran. Los exportadores británicos de alimentos y bebidas aún se enfrentan a aranceles del 10%, y los agricultores nacionales temen una avalancha de etanol y carne de vacuno subvencionados de EE.UU. El impulso macroeconómico será modesto, pero la claridad sectorial es importante, especialmente en las industrias con uso intensivo de capital.
Críticamente, este acuerdo sienta un precedente. Trump recompensó a un socio cooperativo, sugiriendo que futuros acuerdos sectoriales -posiblemente con Europa, Japón y Corea-, podrían depender de concesiones similares. Los inversores deberían estar atentos a las oportunidades en la renta variable británica, sensible a las exportaciones, y en las multinacionales estadounidenses que se benefician del acceso recíproco. Se trata de diplomacia arancelaria por cuotas, y el modelo podría perdurar.
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