La que viene es una semana bastante singular en un año por demás singular. Es la semana en que los consumidores estadounidenses suelen volcarse masivamente a las tiendas en lo que se denomina el Black Friday, un día en el que llegó a desarrollarse el 2% de las ventas anuales de la primera economía global, una enormidad, realmente.
Esta vez, de acuerdo a la región que se trate, las compras solo podrán realizarse por internet, y las tiendas permanecerán en algunos sitios cerradas, o con estrictas medidas de seguridad para ingresar.
Los mercados se han mostrado a la espera esta semana. No parece que el Black Friday tenga mucho que ver, y la impresión es que el compás de espera responde sobre todo a un estado de ánimo totalmente dividido.
Por una vez, al menos, se sabe que el bien va a triunfar. Las vacunas que diversos laboratorios están preparando, y que están experimentando en una etapa anterior a su comercialización, le dan firmes esperanzas al mundo, y no solo a los mercados, de que la pandemia va a terminar, al menos con el grado de virulencia que conocimos en los últimos meses. Nadie puede saber aún cuales serán los efectos colaterales de lo ocurrido – ni los científicos ni los pronosticadores acertaron mucho en este tiempo – pero la llegada de la vacuna probablemente le de algún impulso adicional a las bolsas de valores.
La contracara de la vacuna es la expansión de la pandemia, que sigue sumando contagios y víctimas. Con algún grado de parcialidad, las estadísticas se mencionan con mayor elocuencia cuando se habla de las víctimas en Estados Unidos, como si en otros sitios solo hubiera contagios. Ni la pandemia queda afuera de los avatares políticos, y se ha ideologizado al extremo.
Wall Street se mueve como si nada de todo esto ocurriera. No es novedad que preocupa más que haya liquidez que la salud de la humanidad, pero los índices se mueven cómodamente cerca de sus máximos históricos, aunque no han tenido incentivos para superarlos.
Es evidente que los mercados esperan señales de los bancos centrales en este sentido. Para mejor decir, de la Fed. El presidente Powell dejó la puerta abierta esta semana para nuevos estímulos, pero el Congreso ahora se encuentra en una transición política con pocos precedentes, y nadie se muestra tan preocupado por los planes de ayuda como antes de las elecciones.
El presidente Trump envía señales confusas, por un lado reconociendo su derrota en forma tibia, y por otro accionando contra el resultado de las elecciones, para lo cual ha sumado algunos seguidores en los últimos días. Algunos van más allá y siguen confiando en que finalmente la Justicia revertirá su derrota, pese a que el presidente electo, Joe Biden, siguió ganando en algunos estados cuyos resultados no habían quedado resueltos.
Con este panorama, difuso, algo turbio si se quiere, es que comienza la última semana del mes. El Día de Acción de Gracias limitará los movimientos de los mercados desde el miércoles, con actividad nula el jueves, quedando muy poco para el viernes. De allí es que la semana tendrá prácticamente dos días y medio de trabajo operativo.
Del lado de Europa, las cifras de manufacturas de Alemania, las más importantes de la Eurozona, se conocerán el lunes, y se esperan algunos altibajos respecto a los meses anteriores. Alemania encabezó la recuperación de Europa, que se frenó ahora con la segunda ola de contagios, que está en pleno desarrollo, y sin un final a la vista.
El drama del Brexit también estará en el centro de atención de los inversores. La historia de la salida de Reino Unido se extiende más allá de lo imaginable, y podríamos decir que hasta la pandemia tiene un final más claro que esta novela. Para el Brexit no hay vacunas, y lo que se ve es un conjunto de dirigentes que cuidan sus propios intereses, un arrepentimiento británico tardío, y una Unión Europea que jamás logró manejar la situación como debía, pese a tener a Angela Merkel al frente de Alemania, que es decir palabras mayores.
La libra esterlina no aparece tan vapuleada como en meses anteriores, pero su alza actual no responde a algún avance en el Brexit, sino a un dólar débil, cuya caída se extiende en la mayoría de los pares principales.
El euro tendrá oportunidad de reafirmar su alza con los datos de Alemania, en tanto el yen parece haber tocado un techo de corto plazo. El oro se ha mantenido débil durante varios días, con una extraña parábola de baja amplitud de precios, y con la plata y el platino en mejor posición. Puede ser un indicio de un rally a futuro del metal precioso, tal como pronosticaron algunos bancos de inversión, sobre todo para los primeros meses de 2021.
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