Rotaciones y reasignaciones: Una nueva mirada a la renta variable


Tras el Día de la Liberación en abril, los mercados bursátiles se han recuperado de las pérdidas y mantienen una trayectoria ascendente. Sin embargo, detrás de los máximos alcanzados se esconde un mercado y una economía en busca de una dirección clara.
La sucesión de recesiones y recuperaciones ha enturbiado la visión de conjunto. En su momento, estos vaivenes parecían tener un impacto relevante, pero la realidad es que la economía global ha estado fluctuando sin rumbo durante buena parte de los últimos tres años. Los mercados se mueven entre dos narrativas opuestas: un escenario de mayor crecimiento con inflación contenida (conocido como Goldilocks), o bien inflación más elevada acompañada de un crecimiento débil. La expansión o contracción generalizada que caracterizó a ciclos anteriores no ha llegado a materializarse. Algunos segmentos de la renta variable también han evolucionado de forma lateral. Un ejemplo claro es el amplio rango de cotización en el que se han movido las compañías estadounidenses de baja capitalización entre 2021 y 2025, reflejo de este trasfondo macroeconómico.
En 2022, los inversores en renta variable todavía podían orientarse con cierta claridad gracias a las encuestas del ISM, utilizadas como indicadores adelantados de la actividad empresarial. Lecturas por encima de 50 solían augurar buenas noticias para el crecimiento económico y, por tanto, condiciones históricamente favorables para los mercados de valores. Lecturas por debajo de 50 indicaban lo contrario. Durante los últimos tres o cuatro años, el índice se ha mantenido en torno a 50: ni en contracción ni en expansión. Una «economía estancada» que no ofrece una dirección clara a los inversores.
¿Por qué no avanza la economía?
En los últimos cinco años, los motores de la actividad económica han cambiado de manera drástica: el impacto del confinamiento en el consumo, la evolución de las políticas monetarias y fiscales, el clima geopolítico, la presidencia de Trump y, más recientemente, el efecto de la inteligencia artificial. En el centro de este estancamiento subyace un tema recurrente: la divergencia. En mi opinión, hay cinco factores clave que explican esta situación y que, en muchos casos, se retroalimentan.
Brecha entre bienes y servicios
Aunque el crecimiento global se ha sostenido principalmente en el sector servicios, llama la atención la pronunciada divergencia entre bienes y servicios en la economía mundial. Este fenómeno tiene su origen en la pandemia y en cómo esta modificó nuestros patrones de gasto. Durante el confinamiento, nadie gastó dinero en servicios, mientras que la demanda de bienes se mantuvo fuerte. Al volver a la normalidad, el gasto en servicios recuperó la prioridad, especialmente debido a los efectos de la crisis de la cadena de suministro en los bienes.
Impacto desigual del estímulo fiscal
Un factor determinante en la divergencia entre bienes y servicios ha sido el impacto desigual del estímulo fiscal. Durante la pandemia, este se disparó y benefició a algunos sectores —como los servicios y la inversión tecnológica a gran escala, por ejemplo, las leyes CHIPS en EE. UU. y la UE— más que a otros, dejando rezagadas otras áreas de la economía.
Política monetaria: Buen momento para tener activos, difícil para tener deudas
Al igual que la política fiscal, la monetaria también genera ganadores y perdedores. Las grandes empresas y los consumidores con mayores recursos, que suelen poseer activos, se han beneficiado notablemente del aumento de los tipos de interés, tanto por el incremento de los ingresos por intereses como por la revalorización de sus activos. Por el contrario, las pequeñas empresas, los gobiernos y los consumidores con menos recursos, que tienden a tener deudas, se han visto muy perjudicados.
La legislación no ha equilibrado la situación
En muchas economías, la regulación se ha intensificado tras la pandemia, especialmente en áreas como salud y seguridad, crédito, energía y trabajo. Aunque con buenas intenciones, este aumento legislativo ha afectado de manera ligeramente menor a los más ricos y poderosos y, de forma más significativa, a los menos favorecidos, contribuyendo de nuevo a una dinámica en la que los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres.
Inteligencia artificial: Los líderes y la ventaja tecnológica
Aunque aún se desconoce cuál será el resultado final, no cabe duda de que los ganadores de la última revolución tecnológica (Internet y dispositivos móviles) se perciben como los posibles ganadores de la próxima revolución: la inteligencia artificial.
¿Cómo podría afectar a la renta variable?
Para los mercados de renta variable, estas dinámicas implican que seguirán existiendo ganadores y perdedores, incluso si la dirección general de la economía continúa siendo incierta.
En este contexto, a los inversores les preocupa la capacidad de los gestores activos de renta variable para generar alfa. De manera general, la oportunidad de obtener alfa depende de tres factores clave: amplitud, dispersión y correlación. En los últimos años, a medida que los mercados se han ido concentrando, la amplitud ha representado un obstáculo importante. Sin embargo, empiezan a surgir señales de que el aumento de la dispersión y la reducción de la correlación están mejorando las oportunidades de alfa. Al mismo tiempo, hay indicios de que el crecimiento económico comienza a ampliarse, impulsando cierta expansión en el crecimiento del beneficio por acción (BPA). Dos de los tres factores que respaldan la oportunidad de alfa se mueven en la dirección correcta y empiezan a percibirse las primeras señales de mejora de la amplitud.
¿Dónde encontrar oportunidades en este momento?
Cuando la gestión activa recupere protagonismo, podría beneficiarse de múltiples factores favorables. Por ahora, si persiste la concentración del mercado, los inversores podrían ampliar su abanico de oportunidades considerando estrategias que permitan: generar alfa a partir de una mayor dispersión en mercados concentrados, aumentar la amplitud del conjunto de oportunidades, y centrarse en mercados menos eficientes, como Europa, los mercados emergentes y las empresas de baja capitalización.
Europa
Aunque Europa afronta un cambio estructural de régimen, el posicionamiento de la cartera sigue siendo clave. Los sectores más orientados a la demanda interna —telecomunicaciones, banca y construcción— junto con las acciones de defensa y de servicios públicos, más centradas en el valor y en las compañías de baja capitalización, parecen estar mejor posicionados para aprovechar la transformación europea.
Mercados Emergentes
La renta variable de los mercados emergentes muestra actualmente niveles récord de dispersión entre países, tanto en rentabilidad como en valoración. La persistente debilidad del dólar estadounidense también favorece de manera notable a esta clase de activos. Además, muchas economías emergentes mantienen todavía tipos de interés reales muy elevados, por lo que un nuevo recorte de los tipos estadounidenses podría dar margen a una política monetaria más acomodaticia en estos mercados, potenciando así la rentabilidad de la renta variable.
Compañías de pequeña capitalización
No hay ningún segmento del mercado que se beneficie tanto de las bajadas de tipos como las compañías de baja capitalización. Por primera vez en tres años, estas compañías han registrado resultados positivos, con un repunte notable de las de menor calidad. Las compañías estadounidenses de baja capitalización también deberían aprovechar las ventajas fiscales de la ley OBBA, que comenzarán a aplicarse a finales de 2025 y durante 2026.
Aunque la concentración del mercado supone un riesgo para los inversores activos en la actualidad, también puede crear oportunidades de cara a futuro. Los periodos de concentración han tenido históricamente una duración limitada. Cuando ocurren, las exposiciones «concentradas» suelen registrar caídas pronunciadas en rentabilidad, tanto relativas como absolutas. Ampliar el abanico de oportunidades permite a los inversores posicionarse para capturar alfa en cuanto este vuelva a aparecer.
Autor

Equipo de Analistas de Wellington Management
Wellington Management
El equipo de analistas de Wellington Management realizan análisis macroeconómicos y de mercados.