En una semana algo opaca en materia de datos, el oro dio que hablar. Si bien parecía apuntar para arriba, no era del todo esperable el rally que ofreció desde el miércoles, y que se extiende a las últimas horas del viernes, cuando aún queda un buen rato de mercado, y superó ya los 1645 dólares.
Los motivos de un movimiento que ocupó, por ahora, 66 dólares entre mínimo y máximo, son varios. El primero está vinculado al coronavirus, que si bien parece estar algo más controlado que cuando fue descubierto, aún presenta signos de virulencia, y sigue cobrando víctimas, ahora ya fuera de la fronteras chinas, donde tuvo su origen. La búsqueda de refugio por parte de los inversores esta vez se volcó en exclusiva al metal precioso.
Pero también hay que buscar por el lado de las acciones. Los sucesivos máximos históricos de los índices bursátiles de Nueva York invitan a pensar, cada vez con mayor frecuencia, hasta donde pueden llegar antes de que se produzca una corrección significativa, o se conozca una noticia que directamente los desplome. Si bien no se esperan eventos de gran envergadura que puedan provocar pérdidas cuantiosas, las tendencias alcistas como las que presentan los selectivos líderes son, por un lado muy fuertes y nítidas, porque siguen tocando mínimos ascendentes sin solución de continuidad; pero también son frágiles, dado que ningún activo sube o cae en forma indefinida, y los viejos conocedores de estas cuestiones saben que, en estos casos, la pérdida de volumen es lo que anticipa un cambio de tendencia. Esto es, si pocos compran, es porque hay indicios de que el activo en cuestión está demasiado alto, y a la larga termina por caer.
El clima de euforia en Nueva York se sostiene, de todas maneras, en datos mucho más sustentables que en los de la época de Janet Yellen, cuando los mercados crecían a fuerza de inyectarle capital día a día. Eso ya no existe, aunque es verdad que el actual presidente de la Fed, Jerome Powell, no muestra mucho apuro en terminar con el gigantesco balance; si lo hiciera, las acciones se caerían en minutos.
Si bien esta no fue una semana de datos de primer nivel, al menos los conocidos consolidaron los ya conocidos. Ello le dio una base sólida al dólar, que le ganó claramente al euro, a la libra y, sobre todo, al yen.
La moneda nipona se liberó de varias presiones alcistas, y cedió como pocas veces en los últimos años. No hay una conclusión exacta de por que cayó así con el oro creciendo como lo hizo, aunque la fortaleza propia del dólar hizo lo suyo. La superación de 112.00 demostró lo que parecía obvio: el yen estaba demasiado caro, como lo mostraban los pares EUR/JPY y GBP/JPY, entre otros.
En cuanto al euro, siguió con su declive, pero logró neutralizarlo sobre el cierre de la semana, con el dato de manufacturas de Alemania, a esta altura el más importante del mes, desde hace tiempo. Los 47.8 puntos que ofreció la encuesta fueron mucho más de lo esperado, y vuelven a colocar a la potencia europea a las puertas de la expansión de su principal sector económico, un dato que debe celebrar el Banco Central Europeo, por ejemplo, al ver que su plan de estímulo, entre otras cosas, comienza a dar resultados.
El parecido entre el índice mencionado y el comportamiento del euro es notable. Para verificarlo, puede ver la evolución de ambos desde mediados de 2016 a la fecha. Coincide el máximo del euro de los últimos años, en 1.2555, con el máximo del índice, a inicios de 2018. Desde allí, todo fue para abajo. Hasta ahora.
Al euro, pese a su postrera recuperación, aún le queda cubrir un gap que dejó en abril de 2017 en 1.0720. Si irá a buscarlo o no la semana entrante dependerá en buena parte de que el dólar mantenga su actual fortaleza.
La última semana del mes no traerá sorpresas. El índice de confianza del consumidor del Conference Board es lo más destacado, aunque también se conocerán datos importantes, típicos de fin de mes, como ingreso y gasto persona, el deflactor de la Fed, o el PMI de Chicago. Pero, en cualquier caso, el dólar no cambiará de tendencia, y finalizará febrero como claro ganador.
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