Cinco claves para identificar oportunidades en un nuevo (des)orden mundial


Hay un motivo estructural por el que el mundo parece navegar a la deriva en estos momentos. Estamos inmersos en una transición de un ciclo geopolítico global a otro caracterizado por las turbulencias y la incertidumbre. Aunque la preocupación de los inversores es comprensible, cambios estructurales en la geopolítica como este solo ocurren una vez por siglo, y traen consigo no solo riesgos, sino también oportunidades.
El contexto
Nos enfrentamos a una inestabilidad global de una magnitud sin precedentes en la historia reciente. Actualmente hay más de 60 conflictos activos en todo el mundo, el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial y el doble que hace apenas cinco años. Si a esto añadimos la presión derivada del cambio climático, obtenemos una auténtica tormenta perfecta. Para complicar aún más el panorama, la administración estadounidense revirtió más de 80 años de política exterior en sus primeros meses, introduciendo disrupciones comerciales, alterando alianzas globales y modificando significativamente el gasto público para alinearlo con las prioridades de 'Estados Unidos primero'. Como resultado, está surgiendo un nuevo conjunto de herramientas políticas entre los líderes mundiales, con múltiples implicaciones macroeconómicas y de mercado.
Tampoco podemos ignorar el impacto humano: una de cada ocho personas en el mundo está expuesta a conflictos. No obstante, en este artículo me centraré en las cinco formas en que las turbulencias geopolíticas actuales afectan a los inversores:
1. La política de las grandes potencias
Las dos mayores economías del mundo, Estados Unidos y China, llevan décadas compitiendo por el liderazgo global. Nada indica que esta situación vaya a cambiar en el corto plazo, y se trata posiblemente del mayor desafío al que se enfrentan muchas economías. Cada una de estas potencias intenta superar a la otra en la carrera por la supremacía tecnológica, un choque que se ha intensificado con el meteórico avance de la inteligencia artificial (IA). Cabe la posibilidad de que esta «guerra fría» tecnológica cobre aún más impulso en los próximos años e, incluso, adquiera una dimensión militar.
Implicaciones para los inversores: A medida que ambas naciones refuerzan la protección y promoción de sectores estratégicos, crecen los riesgos asociados a unas tensiones comerciales estructurales. Ya lo vimos a comienzos de este año, cuando Estados Unidos abrió fuego en la guerra comercial global. Sin embargo, también surgen oportunidades en empresas emergentes del ámbito de la IA, fabricantes vinculados a esta cadena de suministro o en el sector de las capacidades espaciales, por citar algunos ejemplos.
2. El cambio climático como cuestión de seguridad nacional
Aunque el cambio climático genera un intenso debate, rara vez se aborda desde la perspectiva de la seguridad nacional, que, en mi opinión, constituye la amenaza más infravalorada. Las regiones ecuatoriales y tropicales —muchas de ellas ya focos de tensión geopolítica— podrían sufrir en los próximos años impactos catastróficos a medida que aumentan la magnitud y la frecuencia de los desastres naturales. Se trata de un problema de seguridad nacional, ya que es probable que estas áreas se enfrenten a escasez de alimentos y agua, lo que podría desencadenar guerras por los recursos y migraciones forzadas por el clima. Estos fenómenos amenazan con provocar el colapso de Estados, un repunte de la inestabilidad social y un aumento del extremismo.
Implicaciones para los inversores: La materialización de estos riesgos climáticos obligará a los gobiernos de todo el mundo, incluso a los más reticentes, a adaptarse. Esto supone oportunidades de inversión en tecnologías, infraestructuras y empresas vinculadas a la resiliencia climática. Asimismo, la exposición a temáticas relacionadas con la descarbonización y las iniciativas verdes podría aportar valor a las carteras en el largo plazo.
3. La defensa a (casi) cualquier precio
El gasto militar global ha alcanzado un máximo histórico tras diez años consecutivos de aumentos. Entre los principales factores que explican este repunte figuran las amenazas de las grandes potencias —como China y Rusia—, la pérdida de confianza en el paraguas de seguridad de Estados Unidos y la creciente demanda de tecnologías de defensa innovadoras y eficaces.
Ucrania, en guerra con Rusia desde 2022, se ha convertido en un laboratorio de la guerra del futuro, con los primeros ejemplos de aplicación de la inteligencia artificial y la tecnología espacial, así como nuevos usos de drones y robótica. Los conflictos entre Israel y Palestina o entre Estados Unidos e Irán ofrecen lecciones adicionales.
Implicaciones para los inversores: La industria de los semiconductores, que sustenta buena parte de las tecnologías de defensa actuales y futuras —incluidas todas las relacionadas con la IA—, cobrará cada vez mayor protagonismo. Otros sectores clave para las capacidades defensivas son los minerales críticos y las tierras raras, las energías renovables, la tecnología espacial, la biotecnología, las comunicaciones, la robótica y la automatización. La demanda de innovación en estos ámbitos, impulsada por las necesidades de seguridad nacional, seguirá creciendo en los próximos años y ofrecerá oportunidades relevantes para los inversores.
4. La centralidad de la IA
Cuando se habla de inteligencia artificial, suele hacerse en relación con la productividad del sector privado. En raras ocasiones se aborda su papel en la seguridad nacional, a pesar de que desde hace años constituye un elemento esencial en el ámbito militar. En mi opinión, esta conexión no puede subestimarse. La IA está en el núcleo de aplicaciones militares analíticas, predictivas y operativas que determinan el guiado de misiles, los despliegues en el campo de batalla o el funcionamiento de los sistemas de armamento, entre otros ejemplos.
Implicaciones para los inversores: Dado el enorme interés y la fuerte demanda en torno a la IA, este sector cuenta con múltiples vientos de cola estructurales. Los inversores pueden beneficiarse de la exposición a empresas presentes en distintos eslabones de la cadena de suministro de la IA, tanto en hardware como en software. Entre ellas destacan los centros de datos, los fabricantes de semiconductores, las compañías mineras que proveen materiales para la producción de chips, las empresas de ciberseguridad y las que trabajan en el desarrollo de inteligencia artificial general, una evolución aún más avanzada con capacidad para generar disrupciones geopolíticas de gran alcance.
5. (Re)surgimiento de las armas nucleares
La fragmentación del orden mundial ha creado nuevos incentivos para recurrir a la disuasión «definitiva» a través de programas nucleares. Moscú ha llegado a amenazar con utilizar su arsenal, mientras que la capacidad nuclear de China ha crecido de forma significativa en los últimos años. Los programas de Corea del Norte e Irán aumentan el riesgo de proliferación en otras regiones, al igual que la pérdida de confianza en el paraguas de seguridad estadounidense mencionada anteriormente.
Implicaciones para los inversores: En un mundo donde las armas nucleares tienen un mayor peso, tanto la defensa tradicional como la innovación en defensa se perfilan como claros beneficiarios. Esto incluye especialmente a las empresas vinculadas con la defensa antimisiles, la industria aeroespacial y las tecnologías relacionadas con el espacio. También cabe esperar un creciente interés político por garantizar el acceso a minerales críticos necesarios para el desarrollo de armamento nuclear.
Prepararse para el siguiente acto
Desde una perspectiva de inversión, este nuevo (des)orden mundial exige una manera distinta de pensar. En un mundo disruptivo, es probable que surjan ganadores y perdedores claramente diferenciados. Los inversores pueden encontrar oportunidades atractivas a escala regional, nacional, sectorial, empresarial y de clase de activo, especialmente en las cinco áreas temáticas descritas.
Aunque lo fácil sería dejarse llevar por el pesimismo, los inversores cuentan con la capacidad y el incentivo para canalizar capital de formas que contribuyan a reducir el riesgo geopolítico, mejorar las perspectivas climáticas y ampliar los beneficios sociales y económicos de las tecnologías emergentes. En definitiva, puede que, después de todo, sí existan motivos para el optimismo, tanto en la búsqueda de alfa como en lo que respecta al futuro.
Autor

Equipo de Analistas de Wellington Management
Wellington Management
El equipo de analistas de Wellington Management realizan análisis macroeconómicos y de mercados.