Este artículo ha sido escrito por Campe Goodman, CFA, gestor de carteras de renta fija en Wellington Management y Will Prentis, especialista en inversiones, Wellington Management
Los puntos de vista expresados en el presente documento son los de sus autores en el momento de su redacción. Otros equipos pueden tener diferentes puntos de vista y tomar diferentes decisiones de inversión. El valor de su inversión puede pasar a ser mayor o menor con respecto al momento de la inversión original. Aunque los datos externos utilizados se consideran fiables, no se garantiza su exactitud. Destinado exclusivamente a inversores profesionales, institucionales o acreditados.
- La «economía azul» representa el 2,5 % del PIB mundial1 y sustenta el modo de vida de más de 3.000 millones de personas en el planeta2.
- El mar es uno de los mayores sumideros de carbono, al absorber casi el 30 % de las emisiones mundiales3.
- La biodiversidad marina está experimentando un serio declive, ya que el aumento de la temperatura y la acidificación del agua en los océanos reducen la cantidad y la diversidad de especies marinas.
Los bonos concebidos para financiar proyectos o actividades de sostenibilidad concretos —también conocidos como «use-of-proceeds bonds»— están en auge y se han convertido en un instrumento cada vez más habitual entre los inversores. Los bonos verdes o green bonds siguen siendo la forma más popular de deuda con fines específicos, pero los bonos azules, cuyo objetivo es financiar proyectos relacionados con la protección y conservación de los mares y océanos, están llamando la atención de los inversores que quieren marcar la diferencia con su capital.
¿Cómo funcionan los blue bonds y en qué medida son eficaces? Analizamos las oportunidades y los recursos con que cuentan los inversores para contribuir a la conservación de mares y océanos.
Conocíamos los bonos verdes, pero ¿qué es un bono azul?
Mientras que los bonos verdes suelen financiar proyectos relacionados con objetivos medioambientales generales, como fuentes de energía alternativas, mejoras de la eficiencia de los recursos o el fomento de la economía circular, los bonos azules captan capital para financiar proyectos relacionados específicamente con la economía azul, es decir, el uso sostenible de los recursos marinos en favor del crecimiento económico, la mejora de los modos de vida y el empleo, preservando al mismo tiempo las condiciones del ecosistema marino.
La emisión de bonos azules la realizan Estados, bancos de desarrollo, empresas u otros organismos, que utilizan los ingresos para financiar proyectos como la conservación y recuperación de arrecifes de coral, el desarrollo de caladeros sostenibles y la reducción de los residuos plásticos en el mar. Para los inversores, los bonos azules suponen un medio de obtener una posible rentabilidad mientras financian el desarrollo sostenible y la conservación del medio ambiente.
¿Por qué es tan importante la economía azul para los inversores?
Nuestros mares y océanos desempeñan un papel crucial en la economía mundial, al impulsar sectores como la pesca, el transporte, el turismo y las energías renovables. El mar no es únicamente una fuente de recursos naturales, sino también de empleo para millones de personas. Según las estimaciones del Pacto Mundial de la ONU, la economía azul representa el 2,5 % del PIB global —cifra comparable a la de unos pocos países por derecho propio—.
Nuestros mares se ven sometidos a tensiones por la sobreexplotación, la contaminación, la reducción de la biodiversidad y el cambio climático. Si queremos mantener el uso productivo de los océanos y que las personas sigan beneficiándose del crecimiento económico y de la mejora de sus medios de vida, es necesario preservar el ecosistema marino en buenas condiciones.
Sin embargo, el ODS 14, «Vida submarina», es el objetivo de desarrollo sostenible peor financiado a largo plazo.
Hay un grave déficit de financiación para este desafío medioambiental, que afecta de manera desproporcionada a la población más pobre del mundo. Por ejemplo, los habitantes de los países insulares más pequeños, que disponen de vastos recursos marinos con los que impulsar su economía, son los que más tienen que perder con su degradación, pues les supone perder ingresos y puestos de trabajo por la dependencia de su economía de la pesca o el turismo
¿Por qué se habla últimamente de bonos azules?
Los gobiernos, las empresas y los inversores están empezando a reconocer el importante papel que desempeña la economía azul en los resultados medioambientales y sociales en general. Tras casi dos décadas de conversaciones, en marzo de este año la ONU alcanzó un acuerdo histórico sobre la protección de la biodiversidad marina. Es un gran paso adelante, pero ctambién revela lo mucho que nos queda por hacer.
Igualmente, cada vez hay una mayor conciencia sobre la relación entre el cambio climático y los océanos: se estima que estos absorben el 30 % de las emisiones mundiales de carbono4, por lo que es fundamental mantenerlos en buenas condiciones para apoyar la transición ecológica.
Los agentes del mercado, asimismo, están empezando a valorar la magnitud de la financiación necesaria, pero también de la oportunidad que brinda la mayor clase de activos del mundo. Hasta la fecha, la emisión de bonos azules ha sido relativamente escasa y ha estado liderada en gran medida por bancos de desarrollo y determinados Estados; de hecho, el Banco Mundial asesoró a Seychelles en el lanzamiento del primer bono azul soberano del mundo en 2018. No obstante, algunos emisores corporativos también han mostrado recientemente interés en este instrumento de financiación.
¿Qué deben saber los inversores antes de incluirlos en su cartera?
La necesidad de inversiones en la economía azul es evidente. De alguna forma, los bonos dedicados a los mares y océanos deben contribuir a preservarlos en buenas condiciones.
Con todo, como hemos visto tantas veces, las innovaciones en inversión sostenible requieren tiempo para consolidarse. Abordamos las nuevas ideas con cautela y análisis exhaustivos, y somos firmes partidarios de llevar a cabo nuestras propias evaluaciones independientes de todos los bonos y emisores que consideremos. Una etiqueta —aunque sea de una conocida agencia de calificación de sostenibilidad—no garantiza el impacto.
En cada bono que analizamos, determinamos si se ajusta a los tres principios clave de nuestra filosofía de impacto —materialidad, adicionalidad y mensurabilidad— y nos preguntamos: ¿en qué medida se corresponde el capital captado por el bono con nuestra inversión de impacto?, ¿se destina a financiar proyectos en curso o futuros?, ¿los proyectos van más allá de las responsabilidades ordinarias de las empresas?, ¿podemos medir y supervisar la evolución de los indicadores clave de impacto?
Un área en la que somos especialmente prudentes es la de los contratos swap deuda/naturaleza. Con este tipo de acuerdos estructurados, los acreedores suelen conceder una quita de la deuda a un Gobierno a cambio de que este utilice parte de lo ahorrado en financiar la conservación de los mares y océanos. Pese a su aparente atractivo, porque en teoría puede beneficiar a los inversores, los prestatarios y los ecosistemas marinos, tiene una estructura compleja que normalmente encarece su aplicación. En muchos casos, el beneficio para la economía azul nos parece escaso en comparación con la cuantía de la transacción. Al destinarse solo una parte de lo recaudado hacia proyectos marinos, a menudo nos mostramos escépticos ante la proliferación de bonos azules que incluyen swaps deuda/naturaleza hoy en día, si bien nos encantaría ser acérrimos defensores de este nuevo instrumento de inversión.
Somos optimistas de cara al futuro. Cada vez más bonos azules se emiten con arreglo a la estructura de «fines concretos» más tradicional, como los bonos verdes. A medida que estas fórmulas se simplifiquen y estandaricen, a los inversores como nosotros nos resultará más fácil medir y comunicar el impacto de nuestras inversiones.
Por supuesto, que el bono tenga una sólida propuesta de impacto es solo el primer paso en nuestra decisión de compra. A cada inversión potencial en deuda la sometemos a un exhaustivo análisis crediticio para determinar si, al margen de los objetivos de sostenibilidad, puede cumplir los financieros.
¿Cómo piensas que evolucionará el mercado de bonos azules?
Esperamos que aumente el interés por los bonos azules, sobre todo tras el reciente acuerdo histórico de la ONU para proteger la biodiversidad marina. Los agentes del mercado son cada vez más conscientes de la magnitud de la financiación necesaria, pero también de la oportunidad que representa.
La emisión de bonos azules corporativos sigue siendo relativamente escasa, en parte por lo novedoso de la estructura, pero también por el hecho de que los emisores corporativos suelen estar menos expuestos a los riesgos y oportunidades relacionados con los océanos. No obstante, a medida que mejore la normativa en cuanto a la estructura y la divulgación de información en el mercado, prevemos una mayor actividad emisora por parte de las empresas. Es muy posible que crezca la demanda de los inversores en cuanto las estructuras se simplifiquen y sean más transparentes.
¿Cómo resumirías la oportunidad que brindan los bonos azules?
El crecimiento y la innovación de los bonos azules constituyen un ejemplo excelente del aumento de la oferta de inversiones de impacto en los mercados cotizados de renta fija. En nuestra opinión, el mercado actual de bonos verdes es mayor y de mejor calidad que hace cinco años, y estamos convencidos de que a los bonos azules les ocurrirá algo similar. Las orientaciones de los reguladores y las agencias de calificación, los comentarios de los inversores especializados en sostenibilidad y la convergencia en las estructuras de los bonos azules serán un catalizador de mayores inversiones en la economía azul.
Con etiqueta o sin ella, a la hora de abordar la inversión de impacto, seguiremos confiando en el análisis fundamental basado en la investigación. Apostamos por un enfoque reflexivo e independiente ante cada oportunidad y por invertir con vistas a cumplir tanto los objetivos de sostenibilidad como los financieros.
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1 Pacto Mundial de la ONU | 2 OCDE | 3Instituto de Recursos Mundiales | 4 OCDE.
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