Análisis

Turquía es el centro de los temores, EUR y GBP en peligro de colapso

Durante las últimas semanas, el mercado de divisas presentó variaciones llamativamente estrechas, pese a que se acumularon noticias que ameritaban, en varios casos, cambios de tendencia, o continuaciones firmes de las mismas.

Esta situación, que suele darse varias veces por año, actúa en la mayoría de los casos como preludio de una tormenta para los mercados. Y la tormenta llegó a mediados de la semana que termina. 

Es verdad que el clima de negocios venía enrarecido, y complejo. La guerra comercial, en la que se disparan todos contra todos aranceles a las importaciones, está comenzando a surtir efecto en la economía global, con un claro beneficio, al menos en estos inicios, para Estados Unidos, y un perjuicio para quienes hasta el momento disfrutaban de un fuerte superávit comercial con la primera potencia.

Ya los anuncios de una caída fuerte en la balanza comercial de China parecieron anunciar que venían días difíciles.  Y este clima se profundizó hacia el fin de semana, con una explosión política y económica en Turquía, dueña de una de las monedas emergentes más sólidas durante mucho tiempo, y que había comenzado a flaquear a medida que el presidente Erdogan se acercó a su nuevo mandato. Y como siempre existe un disparador que rompe los frágiles equilibrios, la imposición, por parte de Estados Unidos, de nuevos aranceles a las importaciones desde Turquía, sirvió esta vez para la explosión.

La caída de la lira, que supera el 20% en pocas horas y la llevó a un mínimo histórico que por ahora no encuentra en piso cierto, despertó nuevas alarmas en todo el mundo, pero sobre todo en Europa.  Y dado que el peso específico de Turquía es muy fuerte en el contexto de los países emergentes, el efecto del colapso de la lira se está trasladando minuto a minuto al resto de las monedas similares, como el rand sudafricano, el peso mexicano (que ya venía cayendo desde el lunes pasado), el peso argentino, que acaba de tocar un nuevo mínimo histórico, el real brasileño, y las divisas de los países del este europeo.

Son muchos los bancos europeos tenedores de bonos de Turquía, bonos que en las últimas horas del viernes cotizan a precio de default.  Si bien el contexto y la situación en general es distinta, la preocupación se asemeja a las crisis de Grecia, cuyos bonos también permanecían en los peores momentos en manos de los bancos.

Y cuando estas crisis estallan los viernes, la atención deberá estar puesta en los primeros días de la semana siguiente. Desde ya, la apertura de la sesión asiática del lunes será una de las más seguidas por los inversores, y hay que esperar grandes gaps en los pares principales de divisas, en especial aquellos del euro y el dólar.

La posibilidad de que la crisis de Turquía tenga un efecto contagio, ya no solo en el mundo emergente, sino a nivel global, impactó de lleno en las divisas líderes, con un acento especial en el euro, y en parte en la libra Esterlina, cuya caída tiene motivos más profundos y adicionales aún.

El euro cierra la semana en la zona de 1.1415, nivel que tocó como mínimo en el año, y que no conocía desde mediados de julio de 2017, cuando la situación era otra, y disfrutaba de una recuperación proveniente desde 1.0339, el mínimo que tocó a inicio de ese año, y que no visitaba desde 2003.  El rally del euro, incluso, dejó un gap a fines de abril, en medio de la euforia por la victoria de Macron en Francia;  precisamente, ese gap es el que ahora aparece en el horizonte del euro, y no está tan lejano.

No es justo, sin embargo, atribuir a la crisis turca la caída del euro.  Si bien con algunos días de demora, comienzan a pesar los anuncios de política monetaria de la Fed y el BCE, cuyos tenores son, en cada oportunidad, más divergentes.

Mientras la Fed prepara dos alzas de tipos de interés adicionales a los que ya ordenó en 2018, con lo que la tasa de referencia quedaría en un rango menor al 2.5%, el BCE se muestra cauteloso y con poco margen de maniobra, además de mantener, según los propios anuncios de la entidad, la tasa en cero por lo menos durante un año más.  Y dado que durante los próximos días no habrá datos que puedan mover decisivamente al euro, la moneda única estará más pendiente del comportamiento del dólar, de la guerra comercial, y de la crisis de Turquía ya mencionada.  En cualquier caso, conviene comenzar a mirar nuevos soportes, entre los cuales 1.1360 aparece como el más cercano, y 1.1280 en segundo término, nivel que sirvió de resistencia en junio de 2017.  Y la zona de 1.1000 ya no aparece tan lejos.

El euro tiene terreno para avanzar, pero solo a modo de corrección.  No parece tener los fundamentos necesarios para superar 1.1600, nivel alrededor del cual se movió durante varios días.

La libra Esterlina tampoco goza de los favores del mercado, y su actualidad, además de volátil, se ve sumamente débil.  Día tras día llega a mínimos de más de un año, y el viernes llegó a 1.2722, desde donde pudo escaparse modestamente, como para no cerrar la semana en mínimos.  Sin embargo, es más que probable que la apertura de la semana que comienza muestre algún gap bajista, cuya cobertura no será rápida justamente.

La libra sufre embates desde varios frentes. Si bien los datos macro de Reino Unido parecen haber encontrado estabilidad (el PBI del segundo trimestre creció un 0.4%, en línea con lo esperado), y la inflación se mantiene relativamente alta, la cuestión del Brexit es una brasa caliente de la cual muchos parecen querer alejarse.

La líder británica Theresa May intenta mostrarse firme ante un proceso que solo terminará perjudicando a Reino Unido, y lo sabe.  Pero obedeciendo a un mandato popular del cual el propio pueblo parece arrepentirse, no tiene más alternativas que seguir adelante, aún cuando desde la UE le llegan mensajes desalentadores.  La propia Unión parece apiadarse de Reino Unido, ofreciendo soluciones que el ala dura británica rechaza.  Este laberinto, del cual los británicos deben encontrar la salida antes del 29 de marzo a las 10 de la mañana (se tomaron el trabajo de fijar no solo el día, sino la hora de ejecución del Brexit), no tiene antecedentes en la Unión Europea y, se sabe, la incertidumbre nunca ayuda a una moneda, sino más bien la perjudica.

De este modo, a la embestida propia del dólar en todos los frentes, se suma una libra especialmente débil, que podría incluso caer de 1.2500 sin dificultades en los próximos días.  Los datos de empleo, inflación y ventas minoristas de Reino Unido, que se conocerán durante la semana, pueden actuar como sendos disparadores de más pérdidas para la libra Esterlina.

Ajeno totalmente a tanto ajetreo, el yen se mueve sin prisas, sin tendencias claras, y sin nervios.  Bien al estilo japonés.  En los últimos días pareció desplomarse primero, crecer con fuerza después, pero no salió finalmente de un rango de precios que no lo aleja de 111.00.  el par USD/JPY perdió así algo de atractivo, que se pasó a los pares EUR/JPY y GBP/JPY, cuyas caídas, en especial la de este último, los han tornado en cruces más que interesantes.  Resta ver, si la crisis de Turquía se traslada a otros ámbitos, si el yen vuelve a actuar como activo de refugio, algo que, en la semana que termina, hizo por omisión.  Ante la caída de las demás monedas, su estabilidad lo transformó en una excepción.

Un contexto como este frenó, a su vez, los rallíes de las acciones de buena parte del planeta, que otra vez se encaminaban en varios casos a máximos históricos.  Las pérdidas del viernes, por ahora, son correcciones de los rallíes de las últimas sesiones.  El clima de negocios desfavorable podría impulsar nuevas pérdidas a los índices globales, aunque no cambiar sus respectivas tendencias alcistas de corto plazo.

La semana tendrá, además de las circunstancias ya mencionadas como principales focos de interés, datos clave de la economía de Estados Unidos, como las cifras de ventas minoristas y permisos de construcción.  En todo caso, y dado el escenario actual, ambos podrían ser impulsores de mayores ganancias para el dólar, cuyo techo aparece muy lejos.

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