Análisis

Cambio de mes, ¿cambio de expectativas?

Un mes intenso están viviendo los mercados financieros. La bolsa de Nueva York buscó -y alcanzó en algunos papeles e índices- máximos históricos, pero como siempre sucede, la corrección no se hizo esperar, y se ha tornado también muy firme. Lo que en un principio sonaba como una toma de beneficios, de pronto varió a un cambio de tendencia de corto plazo, generando preocupación de cara al futuro.

Hay factores que justifican la incertidumbre. Se va el verano boreal, y el otoño trae una nueva ola de contagios del virus, en especial en Europa, con focos en Francia, España y Reino Unido. En varios países se han debido tomar medidas de restricción a la libre circulación de personas, para intentar al menos combatir el rebrote, algo que es muy resistido por los afectados, lo cual torna aún más difícil la tarea.

La recuperación económica en Europa, que al menos en Alemania se venía haciendo mucho más tangible -encuesta IFO y PMI de Markit muy favorables- puede estar nuevamente en peligro. De ello dio cuenta además Christine Lagarde, titular del Banco Central Europeo, lo cual dio lugar a una baja del euro, que se acentúa en el cierre de la semana.

La libra esterlina completa un ciclo de días de ida y vuelta, tal como nos tiene acostumbrados, ante la cuestión interminable del Brexit.  El gobierno de Boris Johnson se mostró algo más permeable en los últimos días, y desde Bruselas también dieron señales de distensión. Esto ayudó momentáneamente a la libra, que sin embargo termina la semana cayendo, producto de que no solo de estas noticias depende su tendencia.

Y es que el dólar aparece, otra vez, como dominador de la escena. Después de un mes de dudas, la moneda norteamericana parece encaminarse al alza en varios frentes, acentuando su firmeza ante las monedas antes mencionadas, pero también ante las divisas vinculadas a las materias primas, como el dólar canadiense y el dólar australiano.

Puntualmente, el dólar australiano, una moneda habitualmente muy estable, es una de las estrellas del tablero de divisas. Después de llegar a un mínimo de casi dos décadas en marzo, se recuperó hasta máximos de dos años. Esta semana, al igual que sus “colegas”, termina desdibujado.

También el oro se aleja de sus máximos históricos de agosto. Desde los 2075 dólares que alcanzó el día 7 de ese mes, el metal precioso se descomprimió hasta quebrar los 1850 dólares el jueves. La caída, que parece muy cuantiosa, es en realidad una corrección esperable, y hasta saludable, luego de un crecimiento superior al 30% en pocos meses. No hay muchas dudas acerca de que el oro superará sus máximos e irá a buscar nuevos objetivos, tal vez cercanos a los 2500 dólares, en pocos meses.

El que comienza es un mes decisivo en muchos aspectos. La evolución de la crisis sanitaria será clave para el desarrollo de las bolsas de valores, que ahora parecen un poco más sensibles a las cuestiones vinculadas a la pandemia, aunque el factor más importante será la elección presidencial del 3 de noviembre. La constante publicación de encuestas marcará el pulso de Wall Street, que aún confía en una victoria de Donald Trump, pese a que los números no le sonríen.

Pero más inmediato aún es la agenda semanal, que tendrá, como cada comienzo de mes, su principal hito en el dato de empleos de septiembre. Las cifras no son las más rutilantes -se esperan unos 900 mil nuevos puestos de trabajo creados en el mes que termina-, aunque la tasa de desempleo podría volver a caer, esta vez cerca del 8%. Como siempre, será cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío.

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