Análisis

Mercados alterados por una crisis insólita

Será difícil olvidar esta semana. Cuesta encontrar en el pasado reciente una caída similar a la que están sufriendo las acciones en la bolsa de Nueva York, y más aún con la velocidad que lo hacen, casi en forma vertical. Se trata de una fase de pánico, que en verdad no es nueva. Ya en 1902 uno de los creadores del índice Dow Jones, Charles Dow, hablaba de las fases de las tendencias, tanto alcistas como bajistas, que se van alternando en los mercados.

Claro que cuando a uno le toca vivir esas fases, no es sencillo ver su final. Los mercados salen de sus posiciones de riesgo, y se vuelcan a los activos de refugio, aunque no con tanta convicción. Esta vez fueron los bonos del Tesoro los elegidos, y la onza de oro y el yen crecieron, pero con cautela, y sin mucha convicción. Cuando la crisis es grande, pero muy grande, los bonos son la garantía absoluta.

Pero entonces la pregunta es: ¿cuán grande y profunda es la crisis? Si bien el drama del coronavirus no deja de expandirse, por una cuestión de sentido común se entiende que no puede durar mucho tiempo más. Son múltiples las medidas de seguridad que se toman en todo el mundo, y deben surtir efecto en algún momento. Mientras tanto, los mercados sufren.

El S&P 500 y el Dow Jones, los dos índices de mayor referencia, perdieron no solo todo lo que habían ganado en 2020, que fue mucho, sino que llegan a valores que no tocaban desde octubre pasado, cuando tuvimos una crisis aunque no de esta magnitud. Las pérdidas hacen entrar en juego expresiones que parecían lejanas apenas dos semanas atrás: crisis, recesión, recorte de tasa de interés.

El circuito es claro: si no se puede controlar al virus, la actividad económica seguirá cayendo, y la recesión será inevitable. La Fed, que siempre se muestra más partidaria de recortar la tasa de interés que de elevarla, al menos en los últimos tiempos, no dudará en bajarla en marzo si es necesario.

Hace 10 días ¡10 días!, el S&P 500 tocó su último máximo histórico. El Dow Jones, unos días antes. Si bien los cimbronazos del coronavirus ya se habían sentido, el rally de los índices no daba lugar a pensar en una caída de esta magnitud. La pregunta que los mercados se hacen ahora es hasta donde llega esta crisis, y cual será el momento apropiado para volver a comprar.

La respuesta no es fácil. Técnicamente no cabe dudas: en los gráficos de más corto plazo, la oportunidad de compra está allí, al alcance de la mano. Los indicadores que muestran velocidad y oferta contra demanda presentan claros signos de reversión. Pero el problema es que en los gráficos de más largo plazo, que son los que mandan, hubo quiebres de soportes importantes esta misma semana. Solo se salva, por ahora, el Nasdaq 100.

Las monedas principales aparecen algo lejanas a la crisis. El dólar no perdió fuerza en todos los frentes, y solo en algunos da muestras de debilidad. El euro apuntó a 1.1000, superó el nivel, pero no tiene, por lo visto, mucha fuerza para seguir. La libra esterlina sigue titubeando ante un Brexit que traerá más problemas que soluciones, y su caída parece asunto juzgado.

El yen sí da muestras de fortaleza. Si bien su alza es algo limitada su caída había sido fuerte dos semanas atrás. En su momento, nuestra reflexión fue que la baja del yen no era acompañada por el oro. Raro. Hasta que supimos por qué. ¿Será que alguien sabía lo que venía y no avisó?

El dólar australiano roza sus mínimos de 11 años. La crisis de China impacta de lleno en el Aussie, que da pocas señales de vida. En menor medida, el Kiwi neocelandés transita la misma vía.

El dólar canadiense toca mínimos de meses, y salvo que el petróleo, vapuleado y en mínimos de 14 meses, logre levantar cabeza, así seguirá por un buen tiempo. Lo mismo aplica a las monedas latinoamericanas de países cuyas economías dependen en mayor o menor medida del petróleo. La OPEP anunciará la semana próxima un recorte de producción de aproximadamente un millón de barriles diarios, y ello podría calmar al Loonie.

La semana próxima luce igual de agitada. Si bien los mercados en algún momento se calmarán, el nuevo escenario es incierto. Si la Fed da pistas de un recorte de tasa de interés, ahí sí el dólar cederá terreno en buena forma.

A la crisis actual se suma la agenda habitual de noticias, que ahora estará encabezada por los datos de empleo, tanto privados como los del Departamento de Trabajo, y los ISM de manufactura y servicios. Aún es prematuro pensar en una caída de estos dos indicadores, que aparecen como más impactantes en los precios del dólar que las nóminas de empleo. Pero en mediciones posteriores comenzará a sentirse la crisis.

Por lo pronto, la publicación, el sábado por la mañana hora local, del PMI de manufacturas de China, amenaza con arrojar una caída mayúscula, desde los actuales 50 a 45 puntos. Será ampliamente recomendable no dejar posiciones en contra del yen, del oro, del franco suizo, ni a favor de los índices bursátiles ni las acciones. Si el dato sale como se espera, la reacción del mercado en la sesión asiática será favorable a los primeros, y en contra de los segundos. Los fines de semana no suelen haber buenas noticias para los mercados, y esta vez no será la excepción.

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