Análisis

Una semana con muchos condimentos para el dólar

Este enero de 2019 es un mes, por lo menos extraño para los mercados. El inicio del año encontró a los mercados bursátiles en plena recuperación después de un diciembre de terror, en el que los índices de Nueva York estuvieron a punto de perder sus tendencias alcistas de largo plazo.

La búsqueda de una solución al conflicto comercial entre Estados Unidos y China tuvo un sinfín de vaivenes, pero no parece haber mucha voluntad del lado americano del problema. China, en cambio, se mostró algo más flexible, ofreciendo elevar las importaciones estadounidenses. Se entiende la postura oriental: tiene mucho para perder, pese a que su poder de fuego contra Estados Unidos se mantiene intacto.

Pero dicha búsqueda, agregado a que la Fed avisó a fines de diciembre que no habrá aumentos de tipos al ritmo de 2018 trajeron tranquilidad, y provocaron que el dólar se muestre errático durante las primeras semanas del mes. Así, varios de los pares principales de divisas apenas movieron sus agujas durante largas sesiones, sin ofrecer señales claras en alguna temporalidad importante.

Sin embargo, en la semana que termina, se vieron algunos movimientos un poco más relevantes. El euro cayó a un mínimo mensual -que además no tocaba desde noviembre de 2018 cuando llegó a 1.1215-, en 1.1288, producto de un discurso con una mezcla de pesimismo y escepticismo por parte del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.

El funcionario, con mucho criterio, hizo notar que no podrá aumentar la tasa en 2019 con las cifras actuales: PBI de la Eurozona que crece a cuentagotas, Alemania en franco declive, inflación en la mitad del objetivo. Cifras que parecían mejorar a mediados de 2018 y que motivaron en su hora el anuncio de finalización del plan de estímulo a fines de diciembre, lo cual efectivamente tuvo lugar.

Pero no tuvo el efecto esperado el plan. Europa sigue con una economía chata, sin signos de crecimiento que la estimulen. El euro, por supuesto, no tardó en caer, previo titubeo -y quema de cuentas pequeñas-, estableciendo un mínimo cerca de fin de mes, lo cual es más significativo aún.

La recuperación del cierre de la semana del euro asemeja ser una corrección importante en una caída de igual tenor. Lo cierto es que hace menos de 20 días, el euro cotizaba casi a 1.1600, y hoy ya quebró 1.1300.

Pero el tradicional alineamiento del euro y la libra Esterlina tuvo esta semana una excepción, clara y esperable: mientras el euro acumula noticias que lo llevan para abajo, la libra disfruta de horas favorables, aún cuando la definición del Brexit luce turbia y lejana.

Después de llegar el 3 de enero a 1.2381, la divisa británica inició un poderoso rally que la llevó a 1.3125 en el máximo de la semana, con una tendencia que le sonríe para los próximos días.

Es verdad que nadie sabe como terminará la novela del Brexit. Nuevos personajes asoman día a día dando su opinión, y a falta de noticias concretas, son quienes provocaron este cambio de ánimo en los mercados. Lejos están los índices de inflación, de producción industrial, la creación de empleos o los discursos de Mark Carney de definir la dirección de la libra. Hoy, otros nombres, como Hammond, el partido Laborista, el DUP o las bravatas de Corbyn son los que mandan. Y no tienen hora ni día para hablar.

Lo que parece claro es que el Brexit no será lo que parecía, y tal vez se parezca más a lo que el pueblo británico votó, aún engañado: una salida, si es que existe, algo más ordenada y sin que le afecten demasiado a los intereses británicos. Una salida a medida, que aún está pendiente de aprobarse por parte de Bruselas. Esta opción, en definitiva también negativa, igual sería bien vista por los mercados, que verían con sumo agrado un llamado a nueva referéndum, o la eliminación del Brexit. En cualquier caso, la libra empezará a mirar de cerca 1.4000 dentro de no mucho tiempo.

El yen, el dólar australiano y el dólar canadiense operaron toda la semana como si fuera festivo en sus países. Sin señales de ningún tipo, se tornaron poco analizables, a la espera de alguna novedad importante: buenas o malas noticias del mundo que muevan al yen, alza o baja del petróleo que impacte en el Loonie, y cifras importantes de China que le den vida al Aussie.

La onza de oro no estuvo ajena a esta pausa, con un movimiento muy limitado, de apenas 10 dólares entre máximo y mínimo. Solo el quiebre de 1290 dólares le dará ritmo al metal precioso, para buscar nuevos máximos mensuales, por ahora en 1298.

Pero se acercan dos eventos de primer nivel: el miércoles 30, la primera reunión de la Fed de 2019. No habrá cambios en la tasa de interés, por supuesto, pero sí habrá conferencia de prensa posterior, como la habrá desde ahora en todas las reuniones del organismo, a cargo del Presidente Jerome Powell. El tono de su discurso volverá a marcar el ritmo del dólar, que no parece tener mucho para ganar esta vez, y si bastante para ceder.

El viernes 1 será el turno del dato de empleos de enero. Si el dólar puede caer con la Fed, mucho más puede hacerlo con esta cifra. El motivo es simple. Será difícil que se hayan generado en el mes que termina más de 312.000 empleos, que son los que se declararon en diciembre.

En síntesis, llega una semana clave para el dólar, aunque, a priori, no tiene mucho para festejar. La Fed y el Departamento de Trabajo lo dejarán en claro.

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