Análisis

Próxima escala: Reserva Federal

Después de mucho esperar, el Banco Central Europeo tomó la acción que su presidente, Mario Draghi, y varios funcionarios habían anticipado: hubo recorte de tasa de depósito, y un plan de estímulo a la economía. Pero en el mercado quedó flotando la sensación de que todo quedó a mitad de camino.

El euro actuó en consecuencia: muchos máximos y mínimos en minutos, como buscando un destino que no logró encontrar al cierre de la semana. Termina el viernes boyando en la zona de 1.1070, luego de abarcar casi 200 puntos entre los dos extremos semanales, algo que hacía mucho no pasaba.

Draghi le deja a Christine Lagarde, la nueva titular del BCE, la responsabilidad de administrar el nuevo plan de estímulo, dado que comenzará en noviembre, justo cuando el actual mandatario se retire. Se lo extrañará. Fue un presidente que, más allá de los avatares de la economía, balanceó a la Eurozona, actuando con firmeza desde que asumió en 2014 cuando debió recortar la tasa de interés en su primera reunión y cuando nadie lo esperaba, e impulsando diversos planes de estímulo, para lo cual hasta debió modificar los estatutos del banco central.

Pero el mercado sigue su curso, y esta semana fue la segunda de buenas noticias en el marco de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Desde ambas partes se enviaron gestos de buena voluntad, que no cambian sustancialmente la situación, pero que al menos descarta nuevos aranceles y sanciones. Los mercados bursátiles reaccionaron de buena manera, y los índices de Nueva York finalizan la semana cerca de sus máximos históricos.

Claro está, no solo estas señales de distensión generan estas reacciones. La Fed tendrá su sexta reunión de política monetaria la semana próxima, y el miércoles dará a conocer su anuncio, del cual se esperan novedades importantes. En julio, el Comité liderado por Jerome Powell recortó la tasa de interés del 2.5% al 2.25% de manera preventiva, según lo expresara el funcionario en su conferencia de prensa. Pero desde allí, una sucesión de datos y eventos fuera de programa empujaron al banco central a un segundo recorte, que seguramente tendrá lugar el próximo miércoles, por lo que los tipos quedarán en el 2%.

Las cifras de manufacturas, servicios (estos revirtieron su tendencia bajista en agosto, a decir verdad), la devaluación del yuan inducida por el gobierno de la República Popular, y dos datos de empleo que no estuvieron a la altura de lo esperado, con una inflación estancada, van a cambiar el tono del discurso de Powell. Esta vez el recorte no será preventivo, sino ya atendiendo señales de desaceleración de la economía, con el fantasma de la recesión acechando, y con una curva de rendimientos invertida que por ahora no da señales de cambios.

El dólar tiene bastante terreno para perder. Ello podría explicar un alza del euro, del franco suizo, de las monedas “commodities” y una baja del yen, que ya parece haber tocado un techo semanas atrás por debajo de 105.00. Su destino aparece en la zona de 111.00 para los próximos tiempos.

También la libra cobra vida, aunque en su caso la preocupación pasa por el Brexit. Si la Fed la ayuda, probablemente se acomode sobre 1.2500, un precio más a la altura de su tradición. Claro que debe luchar con los desvaríos de una clase política británica que parece sacada de latitudes más acostumbradas a los escándalos políticos y actitudes vergonzosas como las que están mostrando los dirigentes actuales. La caída de la libra es, ni más ni menos, el reflejo de la decadencia política británica. Solo un Brexit blando, que se limitará a buscar lo que en definitiva quería Reino Unido, que era limitar la inmigración, o un nuevo referéndum, le dará fuerza a la libra en los próximos meses. Y eso es lo que parece venir.

Con el foco puesto en la Fed, de lunes a miércoles el mercado dormirá la siesta. Desde el miércoles en la tarde, habrá que mirar con atención al dólar. Esta vez, no tiene por delante un camino sencillo.

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