Análisis

La Fed entra en acción, ¿ayudará al dólar?

En cada oportunidad que la Fed se reúne por cuestiones de política monetaria, es decir ocho veces al año, los mercados prácticamente se paralizan a la espera de su decisión. Esta vez no es la excepción, y por eso los movimientos que hemos visto en los últimos días probablemente sean los últimos antes del próximo miércoles, cuando en la tarde de Nueva York la entidad liderada por Jerome Powell de a conocer su primer comunicado del año.

Es cierto que este tipo de anuncios ha perdido impacto en los precios del dólar. En gran parte, porque todo lo que se anuncia ya ha sido descontado por el mercado, a través de distintas presentaciones de los miembros del FOMC, el Comité de Política Monetaria de la Fed, que es también presidido por Powell. Pero los comunicados siguen siendo, junto con los datos de empleo y las mediciones de servicios de cada inicio de mes, los informes más esperados por los inversores.

En esta reunión no habrá cambios en los tipos de interés, ni habrá anuncios que puedan mover decisivamente al dólar. Pero justamente en la estabilidad del anuncio es que puede residir un alza del dólar. La moneda líder se ha mostrado con un cierto comportamiento errático en estos días, ganando terreno en algunos frentes y perdiendo en otros. La impresión es que los mercados bursátiles dominaron la situación esta semana.

No hubo eventos impactantes como en los primeros días del año. El coronavirus proveniente de China sembró cierto temor en los mercados, y si bien las alarmas siguen encendidas, la atención de los operadores se centrará ahora en la Fed. La vorágine actual hace que eventos que parecen terribles queden sin efecto en pocas horas. Para muestra, tenemos lo que sucedió en Irak hace 20 días, y el acuerdo de Estados Unidos y China, hace poco más de una semana.

Saliendo de Estados Unidos, el euro ha sido protagonista. Y probablemente lo siga siendo, si es que cae como técnicamente la formación de hombro cabeza hombro medida en el gráfico diario, y el quiebre de una sólida línea de tendencia alcista lo anuncian. La divisa única cayó el jueves ante una anodina presentación de Christine Lagarde, titular del Banco Central Europeo, a quien no le sobró optimismo, y tampoco elegancia. Por lo visto, su nuevo cargo la obliga a abandonar el glamour que exhibía cuando presidía el FMI.

Los datos de manufacturas de Alemania, que tienen el mismo efecto que los de servicios en Estados Unidos, mostraron una cierta mejora, superando incluso los pronósticos de los analistas, aunque están lejos, demasiado lejos, de entrar en zona de crecimiento. Los 45.2 puntos conocidos el viernes sitúan al sector más importante de la primera economía europea a mitad de camino entre los desastrosos 41 puntos de octubre, una medición que solo en los peores momentos de la crisis de 2008/2009 supo exhibir, y los 50 puntos que pintarían de verde a la economía de la Eurozona. Pero ya el hecho de que se aleje de esos mínimos tenebrosos es una señal de alivio para el bloque, aunque por lo visto no para la señora Lagarde. El objetivo del euro, con la formación mencionada en etapa de búsqueda de definición, es 1.0925, que a inicios de septiembre de 2019 fuera el mínimo anual, luego quebrado y superado hasta llegar a 1.0880.

La libra esterlina tendrá, a su vez, dos pruebas de fuego importantes. La primera reunión de política monetaria del Banco de Inglaterra no tendrá mucho efecto, aunque el comunicado de la entidad puede dejar todo listo para un recorte de tipos de interés en marzo o en mayo, en ocasión de las próximas dos reuniones. Pero lo que sí importa esta vez es el Brexit. El 31 de enero Reino Unido se va de la Unión Europea, en una situación insólita desde varios puntos de vista, y realmente con pena y sin gloria. Sin acuerdos, separando al país en dos, con fronteras que nadie podría haber imaginado 4 años atrás, a los británicos les espera un período duro, y más aún gobernado por un extravagante personaje como Boris Johnson, que está en línea con otros personajes de su calaña que gobiernan potencias similares, o superiores a Reino Unido. A la libra le llegan también tiempos difíciles, porque los datos macro no la favorecen, y porque el territorio no cartografiado que supone el Brexit genera solo incertidumbre, y ninguna certeza. Si irá a 1.2000 nuevamente o no, no es algo que se pueda pronosticar. Pero sí es fácil  deducir que le costará mucho llegar a 1.5000, valor que supo tener en junio de 2016, cuando la votación que por escasísimo margen decidió esta salida de la UE.

Estamos entonces a la puerta de una semana trascendente por los motivos expuestos. Muestra de ello es que la onza de oro, habitualmente volátil, se ha mostrado demasiado calma en estos días, sin salir de un estrecho rango de 20 dólares entre máximo y mínimo. Fácil es revisar los gráficos de semanas anteriores: cuando eso sucede, algo importante va a pasar. Veremos si se trata de uno de los eventos previstos, o de algo que aún no conocemos.

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