Análisis

En la ingravidez

Este artículo ha sido escrito por Laurent Denize ,Global Co-CIO ODDO BHF Asset Management

Las acciones tuvieron un buen verano. Tras las fuertes pérdidas de la primavera, se recuperaron con sorprendente rapidez, demasiado rápido para los muchos inversores que han optado por la prudencia desde que empezó la crisis. Al final del verano, el interrogante ahora es si sigue siendo un buen momento para invertir en activos de riesgo. Pero, como en otoño también hay días bonitos, puede que este repunte que desafía a la gravedad aún no haya terminado. En primer lugar, las valoraciones son elevadas, pero reflejan algunos hechos sobre el terreno que son positivos para los activos de riesgo. Comparada con la crisis financiera de 2008-2009, la recesión provocada por la covid-19 de este año será más grave, más global, pero también más corta. Ante las previsiones más pesimistas, la economía se está recuperando más rápido de lo esperado. Con enormes diferencias entre unos sectores y otros, la actividad vuelve a crecer, aunque en los próximos meses las empresas podrían deparar noticias más dispares. La previsión de consenso actual del crecimiento del PIB global para 2020-2021 deja el PIB un 5% por debajo de la tendencia anterior a la crisis. Esta brecha de producción implica unas presiones inflacionistas débiles.

Hay varios factores en particular que marcarán el rumbo en los próximos meses, ante todo la evolución de la pandemia de covid-19. El número de contagios está aumentando de nuevo, pero dados los síntomas menos graves de la enfermedad, no esperamos una sobrecarga del sistema sanitario ni medidas estrictas de confinamiento. El estímulo para la economía y los mercados de capitales vendrá de la política monetaria y fiscal. Los bancos centrales se han comprometido a mantener los tipos de interés bajos, lo que es bueno para la recuperación, pero aumenta el riesgo de que algunas valoraciones se desvíen de los fundamentales. A largo plazo, el plan de recuperación de la UE previsto podría dar un impulso especialmente a las acciones europeas. En el plano político, unas elecciones caóticas en EE. UU. y, en menor medida, un Brexit desordenado podrían provocar ciertas turbulencias en las bolsas, pero no esperamos que sean factores determinantes. En resumen: puede que 2020 no sea tan malo como se esperaba y aunque en los próximos meses se pierda algo de impulso, los factores positivos deberían prevalecer.

Europa es donde hay que estar

Desde el punto de vista regional, preferimos Europa a EE. UU. Mientras que las valoraciones de las acciones mundiales se encuentran en máximos históricos, las de las europeas resultan relativamente más atractivas. El Plan para la recuperación de Europa supondrá un impulso adicional para las acciones europeas, especialmente para las de pequeña capitalización y en sectores como la tecnología, la salud y la transición energética, que se beneficiarán de programas específicos europeos. Por ejemplo, de los 100.000 millones de euros en Francia, 35.000 millones se destinarán a la transición energética. Dados los ambiciosos objetivos de sostenibilidad de la UE, también se apostará por las acciones preferidas por los fondos ESG. El peso de las acciones growth en los índices europeos ha aumentado en los últimos años, por lo que estos índices ofrecen muchas oportunidades para los expertos en selección de valores en busca de rentabilidad a largo plazo.

Nuestras convicciones de un vistazo

Acciones: a pesar de las elevadas valoraciones, preferimos las acciones a los bonos. La recuperación de los últimos meses no solo se debió a las masivas inyecciones de liquidez de los bancos centrales, sino también a la mejora de los datos económicos en general

En este entorno, las acciones presentan unas primas de riesgo estables y todavía atractivas comparadas con los títulos de deuda pública. Los bajos tipos de interés favorecen a las acciones growth, mientras que para que el value resurja debería haber un enorme repunte inflacionista de la economía.

Bonos: en la renta fija, preferimos los bonos high yield europeos, que ofrecen mayor valor potencial que los bonos investment grade. Aunque los diferenciales no sigan reduciéndose, dado que no se espera un «muro de refinanciación» hasta 2024, sigue habiendo cierto carry disponible. Los vencimientos a corto plazo ofrecen un perfil de riesgo y remuneración adecuado.

Diversificación: En ambas clases de activos, se puede minimizar el riesgo evitando las empresas con flujos de caja futuros negativos, un crecimiento débil, altos niveles de deuda y controversias ESG. Ante las muchas incertidumbres, parece razonable cubrir las carteras. Mientras que los masivos flujos hacia el oro invitan a la prudencia, adquirir volatilidad puede diversificar la cartera de forma eficaz.

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