Análisis

El ánimo de los mercados, entre el vaso medio lleno y medio vacío

Una vez más, al cabo de una semana con muchísima información, los mercados se muestran con un ánimo cambiante, y con bastante razón. La vorágine de datos conocidos en los últimos 15 días dio lugar a una ola de optimismo, con un punto alto que fue la publicación de los datos de empleo de junio, que arrojó la creación de 4.8 millones de empleos, una cifra récord, y muy por encima de los 3 millones esperados. También lo es la tasa de desempleo, que cayó cerca del 11%, altísima, es verdad, pero muy por debajo de lo previsto, y ya definitivamente lejos del 20% que auguraban algunos análisis dos meses atrás. Hasta el propio presidente de la Fed, Jerome Powell, había anticipado un 9% de desocupación haca fin de año, y no se puede decir que le falte información al líder del primer banco central del mundo.

La encuesta de manufacturas quedó en 52 puntos, por encima de los ansiados 50 puntos cuya superación marca expansión del sector. Es verdad que aún falta la encuesta de servicios, que se postergó para el próximo lunes por el festivo de este viernes, pero también se espera muy cerca de los 50 puntos, o tal vez por encima.

El problema, entonces, no son los datos conocidos. La preocupación subyacente es que los informes publicados reflejan lo sucedido hasta poco después de mediados de junio, quedando fuera de las mediciones lo ocurrido en la última parte del mes, cuando el virus comenzó a reaparecer con fuerza en diversas y extensas regiones de Estados Unidos.

Podríamos decir, entonces, que la información conocida, que es sumamente reciente, ya es antigua. Los informes de julio podrían mostrar un fuerte retroceso en la creación de empleos, y en las manufacturas y servicios. Mucho dependerá de como avance la epidemia durante la segunda semana del mes.

Estamos entonces a la espera de una semana que no tendrá tantos datos líderes, pero que mantendrá la atención de los inversores en las novedades respecto a la expansión del virus, y de las medidas que se tomen para contenerla.

Los índices bursátiles reflejan claramente esta incertidumbre. Los datos podrían dar lugar a alzas muy importantes, pero la preocupación por lo que viene las limita. El dólar, a su vez, se muestra errático, con ganancias y pérdidas alternadas, y con las monedas principales con poco para ofrecer. El euro, la libra, el dólar canadiense y el dólar australiano quedaron atrapados en los vaivenes del dólar, sin noticias propias.

La semana próxima sí podría ofrecer algún movimiento algo más marcado en la libra esterlina, con las conversaciones del Brexit, que con poco ruido siguen avanzando. La libra, en principio, tiene más para ganar que para perder. Luego de llegar a 1.1410 es difícil pensar en una caída tan importante, y desde un contado algo más técnico, no hay que olvidar que el año se inició con un gap que dejó y que jamás cubrió, en 1.32.  Lejos de los niveles actuales, claro, pero posible de alcanzar en un mediano plazo.

La estrella de la semana, el oro, llegó a máximos que no tocaba desde octubre de 2012. Quedó a pocos dólares de llegar al máximo de ese mes, en 1795 dólares, y a pocos pasos de llegar a 1800 dólares. No parece ser este nivel un precio clave como sí lo es simbólico. Pero sí es claro que el oro tiene un buen camino alcista por delante, más allá de las correcciones bajistas imprescindibles para darle sustento a su camino alcista. Por caso, la caída de más de 20 dólares en pocas del jueves es una muestra de que no es sencillo operar con el metal precioso a corto plazo, y diríamos que es no aconsejable hacerlo en momentos como este.

El panorama general de los mercados aparece, entonces, abierto para la semana próxima. Hay motivos para pensar en que los interrogantes que ahora tienen los mercados se vayan despejando hacia el fin de semana que viene.

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