¿Qué hacer ahora? Entre el ruido y la oportunidad
|Estamos en un momento especialmente delicado para los mercados. La introducción de aranceles del 104% a productos chinos por parte de la administración Trump, como continuación a lo visto en el “Liberation Day”, ha generado una reacción inmediata en los activos financieros con caída en las bolsas, repunte de la volatilidad y, lo más preocupante, un comportamiento anómalo en el mercado de bonos del Tesoro de Estados Unidos.
La venta simultánea de acciones y “Treasuries” en sesiones consecutivas ha activado señales de alerta. Tradicionalmente, la deuda soberana americana funcionaba como cobertura en momentos de estrés. Pero hoy esa dinámica se está rompiendo. Se teme que los inversores institucionales globales estén empezando a diversificar alejándose de activos denominados en dólares. La desconexión entre política económica y estabilidad institucional en Estados Unidos está afectando la confianza en uno de los pilares del sistema financiero internacional.
Shock puntual por el caos arancelario
Por ahora podemos hablar más de un mercado bajista causado por un shock puntual provocado por todo este caos arancelario. No estaríamos aún bajo una situación “estructural” asociada a desequilibrios graves. La diferencia clave está en la duración pues un mercado bajista cíclico puede extenderse durante más de dos años.
Los inversores ven la oportunidad: reajuste táctico con visión de largo plazo
La primera idea pasa por no reaccionar con pánico, pero tampoco permanecer inmóviles. Los últimos datos muestran que, pese a la caída del 9% del S&P 500 en una semana (la mayor desde octubre de 2008), los inversores institucionales y privados fueron compradores netos de acciones por valor de 8.000 millones de dólares. Incluso los hedge funds se sumaron con compras modestas. No es un dato menor: indica que, en medio de la tormenta, hay capital reposicionándose con visión de largo plazo.
Además, la rotación fue selectiva. Hubo entradas especialmente en sectores tecnológicos e industriales. Se evitó el estilo “growth”, pero aumentaron posiciones en “value”. Así mismo, se han dado salidas de energía y entradas en financiero y consumo. En otras palabras: estamos ante un reajuste táctico, pero no ante una huida generalizada.
En paralelo, se refuerza la narrativa de que parte de los flujos puede empezar a mirar hacia Europa. La erosión de la confianza en la estabilidad normativa y monetaria de Estados Unidos, junto al cuestionamiento de su papel central en el comercio global, abre la puerta a una mayor diversificación geográfica. Todavía no es tendencia, pero el riesgo de que el dólar pierda su rol como activo “intocable” ya no es teórico.
Así las cosas, no estamos ante una corrección cualquiera. Las causas no son técnicas ni cíclicas. Y cuando la política interfiere en las reglas básicas del juego financiero, la incertidumbre se amplifica. Pero también lo hacen las oportunidades.
Hoy más que nunca es clave mantener carteras diversificadas, no sobreexpuestas a una única región o clase de activo, y preparadas para navegar escenarios inciertos. Mantener cash no es ninguna tontería. Porque si algo está claro es que no podemos dar por concluido el proceso correctivo en este entorno de alta volatilidad. Pero también es en estos momentos donde se pueden construir decisiones que, con el tiempo, generen verdadero valor a largo plazo.
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