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Análisis

Iberdrola, Repsol y Enagás llegan con balances robustos, dividendos amarrados y persistencia en sus objetivos corporativos

El primer trimestre de 2025 muestra los resultados de las grandes energéticas españolas sin sobresaltos en sus cuentas y en línea con lo esperado por el consenso, pero con la mirada ya puesta en retos de fondo que determinarán la valoración del sector durante el resto del año.

Repsol confirma la resaca de un 2024 extraordinario. Su beneficio se reduce un 62%, golpeado por la caída de los márgenes de refino y por un precio del petróleo en claro descenso. El área de exploración y producción, no obstante, resiste mejor de lo previsto y la liquidez garantiza mantener dividendo y la recompra de acciones mientras la compañía gira hacia proyectos renovables y rota activos por 700 millones. La acción, que ya descuenta un escenario de crudo moderado, necesita un rebote sostenido del petróleo o un repunte en los spreads de diésel para volver a revalorizarse.

Iberdrola presenta unas cifras que, a simple vista, parecen débiles con un beneficio un 27% inferior. Pero el ajuste contable del año pasado distorsiona la comparación pues en términos homogéneos, el resultado crece un 26%. Lo relevante es que el grupo sigue desplegando capital a ritmo récord y mantiene 20.900 millones de liquidez, suficientes para cubrir año y medio sin acudir al mercado a por financiación. Con 4GW renovables a punto de entrar en operación y un dividendo que sube un 15%. El descenso posible de tipos puede favorecer a la compañía reduciendo su carga financiera.

Enagás, por su parte, se mueve en terreno conocido, con un beneficio plano y un EBITDA un 8% inferior por la presión regulatoria. La deuda neta baja a 2.360 millones y el plan de eficiencia mantiene el gasto a raya. Su atractivo sigue siendo el dividendo de 1 euro por acción (rentabilidad >7%) y la opción de hidrógeno a medio plazo, aunque sin catalizadores inmediatos.

En conjunto, las tres compañías llegan a la primavera con balances robustos, dividendo amarrado y objetivos reiterados, pero también con el viento de cola de los tipos altos a punto de girar. El próximo tramo se jugará en dos frentes: cómo protegen sus márgenes en un entorno de menor actividad económica y qué tono adopten los reguladores al revisar las tarifas de redes a partir de 2026. Hasta que alguno de esos elementos sorprenda al alza, una revisión regulatoria benigna o un avance real del hidrógeno, las cotizaciones parecen haber descontado ya casi todo el guion.

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