Análisis

Elecciones en Portugal: Los retos del próximo gobierno

Este informe ha sido escrito por Alvise Lennkh y Giulia Branz, analistas de Scope

La consolidación fiscal de Portugal, favorable al crecimiento, debe continuar después de las elecciones generales de octubre para reforzar la resistencia de la economía a futuras perturbaciones mediante la reducción de los desequilibrios económicos persistentes inducidos por la crisis, según Scope Ratings.

El gobierno en minoría dirigido por el Partido Socialista (PS) de centro-izquierda de António Costa ostenta el poder en Portugal (rating BBB/Positiva) desde noviembre de 2015, con el apoyo externo de tres pequeños partidos de izquierda.

El Gobierno de Costa ha mantenido su compromiso con los superávits primarios en el período previo a las elecciones generales previstas para el 6 de octubre. El apoyo al PS sigue siendo fuerte, a pesar de algunas señales de descontento de los votantes, como la huelga de transportistas de combustible de agosto o los recientes reclamos de colusión del gobierno relativos al robo de armas de la base de Tancos del año 2017. Scope asignó a Portugal una perspectiva positiva en su última calificación en abril (BBB/Positiva), destacando la continuidad anticipada de la política tras las elecciones y, en particular, la reducción sostenida de los desequilibrios fiscales como principales impulsores.

"El principal reto para el próximo Gobierno será mantener una estrategia de consolidación fiscal favorable al crecimiento y abordar al mismo tiempo el creciente descontento social, que podría dar lugar a mayores presiones para una política fiscal más flexible, en particular a medida que la caída de los tipos de interés reduzca el coste de la deuda pública", afirma Alvise Lennkh, analista de Scope para Portugal.

"El próximo gobierno de Portugal también debe resistir la tentación de reducir la inversión pública para facilitar el gasto", dice Lennkh. Desde el punto de vista del crédito, esto sería negativo, dado que la inversión pública en Portugal ya es baja (2% del PIB), en comparación con una media de la UE cercana al 3%. Esto supone una de las principales limitaciones para las calificaciones crediticias de Portugal. El compromiso del gobierno del PS de aumentar la inversión pública al 2,6% para 2023 es tranquilizador.

"El tiempo de Costa en el cargo no ha sido necesariamente fácil, pero las encuestas sugieren que tiene una buena oportunidad de liderar el próximo gobierno", dice Lennkh. El primer ministro amenazó con dimitir en mayo después de que sus aliados de izquierda abandonaran el gobierno en una votación parlamentaria que habría aumentado los salarios de los maestros retroactivamente, socavando así los esfuerzos por equilibrar el presupuesto. Con la huelga de transportistas de combustible convocada en verano, el país corría el riesgo de paralizarse en plena temporada turística estival, pero fue suspendida tras las restricciones a la huelga y la aceptación por parte del sindicato de entablar negociaciones con los empleadores. 

Hasta ahora, el apoyo público a las protestas ha sido limitado, lo que refleja dos factores relacionados con el cambio de rumbo de la economía portuguesa desde la crisis de la zona del euro.

"En primer lugar, la estrategia portuguesa de consolidación fiscal favorable al crecimiento ha funcionado: el crecimiento ha repuntado y la deuda pública está disminuyendo", afirma Giulia Branz, analista de Scope.

El crecimiento económico se mantiene por encima de la media de la zona euro y la salud de las finanzas públicas ha mejorado. Portugal se ha beneficiado de las reformas estructurales aplicadas en los últimos años, especialmente en el mercado laboral, donde la tasa de desempleo se ha reducido a la mitad desde 2014, situándose por debajo del 7%. Scope espera que la deuda pública con respecto al PIB disminuya a alrededor del 105% en los próximos cinco años, desde el 120% actual.

Estas tendencias contrastan con las de otros países como España e Italia. Ambos países han tenido dificultades para lograr un crecimiento sostenido y, al mismo tiempo, importantes ajustes fiscales estructurales en los últimos años, lo que ha llevado a un estancamiento de los niveles de deuda con respecto al PIB. En España, el crecimiento ha sido elevado, entre el 2% y el 3%, pero el país aún no ha registrado un superávit primario. Italia ha mantenido superávit primario desde 2010, pero sin emprender suficientes reformas para aumentar el crecimiento.

"Con la crisis y sus efectos todavía en la mente de los votantes, es posible que el electorado portugués considere la disciplina presupuestaria como un criterio importante para cualquier gobierno futuro, recompensando la postura de Costa", dice Branz.

En segundo lugar, a pesar de la positiva evolución macroeconómica, los salarios del sector privado no han aumentado en general de forma sustancial desde la crisis, lo que probablemente ha reducido la simpatía del público por las demandas de aumentos salariales de los trabajadores de públicos y de algunos sectores específicos. Alrededor del 70% de los empleados ganan menos de 1.200 euros al mes y el 40% de los contratos creados en el primer semestre de 2018 eran con salario mínimo, según el FMI.

Las últimas encuestas sitúan el porcentaje de votos a favor del PS en torno al 37%, muy por delante de su principal oponente, el Partido Socialdemócrata de centro-derecha (PPD/PSD), que en las últimas semanas ha subido su apoyo al 27%, pero por debajo de la mayoría absoluta, que requiere al menos un 42-45% de los votos. Sin embargo, los pequeños partidos de izquierda podrían facilitar de nuevo un gobierno liderado por el PS en minoría.

“En este contexto, si los resultados de las encuestas se confirman en las elecciones el domingo, la clave en las próximas semanas será el precio político y fiscal que Costa y los partidos de izquierda negociarán para formar un gobierno y evitar una situación de estancamiento político similar a España”, dice Lennkh.

"En general, es fundamental que la consolidación favorable al crecimiento de Portugal persista a lo largo del ciclo electoral para hacer frente a los desequilibrios económicos aún demasiado elevados y a los retos estructurales que limitan el crecimiento a medio plazo y las perspectivas fiscales", afirma Branz.

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