La primera semana del mes se va con un dólar que apenas cede posiciones luego de un dato de empleos de septiembre con cifras muy por debajo de lo esperado. Hay varios atenuantes que explican que la moneda estadounidense apenas haya caído y solo en algunos casos. En primer lugar, la revisión de agosto mostró que en realidad hubo casi 70 mil empleos más que los que se habían publicado oportunamente, lo que promedió más de 200 mil empleos en los últimos dos meses; por otro lado, la floja cifra de 134 mil nóminas de septiembre pueden atribuirse a cuestiones climáticas, que impidieron el normal desarrollo de la encuesta en la costa este de Estados Unidos, un pretexto que puede resultar discutible, pero que en momentos así alcanzan para sostener la tendencia del dólar. Pero yendo a variables más profundas, lo más destacable es que la tasa de desempleo quedó en el 3.7%, la más baja de los últimos 48 años, un récord del que el gobierno de Donald Trump intentará sacar provecho, cuando ya falta poco para las elecciones de medio término.
Sería, de todos modos, superficial atribuir el alza del dólar a los datos de empleo de los últimos meses. Las tendencias se van formando de a poco, y se profundizan con ciertos informes, o anuncios, y allí está la verdadera clave del actual presente del dólar. La Fed anunció hace pocos días un aumento de tipos de interés, y dejó todo listo para hacer lo propio en diciembre, lo cual ampliará en buena forma los diferenciales de tasa entre la entidad y los demás bancos centrales. Por caso, esta misma semana el Banco de la Reserva de Australia dejó en modo de espera su propia tasa, al tiempo que dejó ver que así se mantendrá por un largo tiempo: el dólar australiano llegó a mínimos desde febrero de 2016, y tiene todo para seguir cayendo.
Y si los anuncios de la Fed no fueran suficientes, el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro, tanto de 10 como de 30 años, que esta semana volvieron a tener máximos de varios años en algún caso, funcionó como una aspiradora de dólares que se fueron de economías emergentes y materias primas hacia los activos considerados los más seguros, que ahora se convierten también en rentables. Los datos de ISM de servicios, conocidos el martes, no hicieron más que confirmar el buen momento de la economía estadounidense, con la mejor medición en 21 años.
La segunda semana del mes será algo más corta. El lunes, el festivo en Estados Unidos por el Columbus Day dejará sin mercados prácticamente a todo el mundo, como suele suceder. Sin embargo, el PBI de Reino Unido del martes pondrá en marcha la semana con un dato realmente fuerte, que impacta mucho en la libra Esterlina. El miércoles y jueves serán los datos de inflación mayorista y minorista en Estados Unidos los que tomen protagonismo.
A este calendario de noticias, modesto en verdad, se le suman algunos factores que convendrá tener en cuenta. El Brexit se acerca, con su ejecución prevista para fines de marzo de 2019, y parece estar todo por hacerse. El gobierno de Theresa May no acierta a encontrar una propuesta clara, y desde la Unión Europea solo responden con frases de circunstancia. El verdadero fondo de la cuestión, que es la migratoria, vuelve a estar en los titulares, pero disfrazada de conflictos por la frontera irlandesa. La libra va y viene entre 1.33 y 1.27/1.28 ante declaraciones de cualquier dirigente más o menos bien ubicado, pero sin mucha convicción, y sus ganancias y pérdidas son efímeras. Por caso, el viernes, pasado el mediodía, la Unión Europea le hizo saber a Reino Unido que le ofrecerá un acuerdo de libre comercio, lo que llevó a la libra a 1.3122. Menos de una hora después, ya había caído 40 puntos.
También se pondrá la atención en el petróleo. Las sanciones que Estados Unidos le impuso a Irán en materia comercial, y que entrarían en vigencia en noviembre, llevaron al WTI por encima de 76 dólares, y recién cedió cuando Rusia y Arabia Saudita dejaron entrever un acuerdo para elevar la producción. El petróleo está en máximos de cerca de 4 años, lo que sin duda pondrá presión sobre la inflación en varias latitudes, empezando por Estados Unidos y Europa. La Fed parece tener todo bajo control, pero el BCE recién se está desperezando de una larga siesta, y anuncia alza de tipos para septiembre de 2019, casi a un año vista ¿podrá sostener este discurso mucho tiempo?
Por último, y pese a que no habrá noticias que ameriten movimientos relevantes en su cotización, el yen puede llegar a tomar protagonismo. Esto sucederá si el par USD/JPY quiebra el soporte de 113.50, en cuyo caso habrá que ir a buscar su precio debajo de 112.00 en pocos días. Con el euro en baja, y la libra en duda, los pares EUR/JPY y GBP/JPY tendrá mucho trabajo, y ofrecerán buenas oportunidades, al margen de las que brinde el par USD/JPY.
Una semana con pocos datos, pero con muchos condimentos.
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