Coronavirus: La falta de liderazgo puede conducir a una economía en forma de “L” y los mercados pueden sufrir mucho

• La mayoría de los líderes mundiales parecen fallar en el manejo de la crisis del coronavirus.
• Reaperturas anticipadas y nuevos cierres de la economía pueden desencadenar una recesión más profunda, seguida de una recuperación inadecuada.
• Los mercados pueden seguir con otro desplome y una recuperación poco convincente.

¿Se logrará una recuperación económica en forma de V tras el virus? Esas predicciones parecen demasiado optimistas y se están desvaneciendo, con una recuperación en forma de una U extendida que suena más lógica a medida que pasa el tiempo. Sin embargo, incluso eso puede ser demasiado optimista. Una economía en forma de L, que se desploma rápidamente y se mantiene baja por más tiempo, tiene mayores posibilidades y depende del liderazgo.

Las economías más grandes del mundo son EE.UU. y China, y ambas sufren deficiencias sustanciales, que pueden causar una recuperación prolongada y desigual. La eurozona ocupa el tercer lugar y también sufre desunión.

La importancia del liderazgo

En tiempos de crisis, los líderes y los gobiernos no pueden hacer que el problema desaparezca por completo, pero su enfoque puede marcar una diferencia considerable. Se empieza tomando el problema en serio y no tratando de ignorarlo, minimizándolo o ignorando las advertencias. Los buenos líderes escuchan a tantos expertos como sea posible, en casa o en el extranjero. Esos datos, que pueden cambiar más adelante, ayudan a tomar las mejores decisiones posibles.

Liderazgo también significa comunicaciones claras al público de lo que se sabe, lo que está haciendo el gobierno, y por qué, y qué se espera de ellos. Tales movimientos aumentan la probabilidad de cumplimiento y comprensión.

Con respecto al coronavirus, tales habilidades son necesarias para convencer a las personas de quedarse en casa y seguir las pautas, sabiendo por qué se requiere y cuál es el final del juego. Además de los bloqueos, los gobiernos anunciaron medidas para mitigar las consecuencias económicas y, con una mejor comprensión del sacrificio y la compensación por esa carga, las posibilidades de una recuperación más rápida se incrementan.

Cuando el cierre de la economía tiene el efecto deseado de frenar la propagación del COVID-19, esas estrategias de salida pueden implementarse como se planificó inicialmente, o revisarse de acuerdo con la experiencia del país o de las lecciones aprendidas de otros lugares.

Una flexibilización gradual de las restricciones requiere una capacidad de test rápidos y seguimiento de los contactos. La adecuación de los laboratorios y la instalación de aplicaciones móviles de seguimiento para garantizar test rápidos hacen que las personas se sientan más seguras y más confiadas para gastar e impulsar la recuperación del shock económico.

La secuela del coronavirus es mucho más devastadora

Lo único que es peor que el shock económico del coronavirus es una posible segunda ola de infecciones.

Un buen liderazgo convence al público para hacerle caso y ofrece esperanza para que el futuro vuelva a la normalidad. Otros gobiernos nunca venden por completo la necesidad de quedarse en casa. En ambos casos, la noticia de un segundo confinamiento puede tener implicaciones devastadoras. Algunos pueden pensar que la enfermedad es imbatible, provocar la caída de la confianza entre las empresas y dar un golpe mortal a la economía.

Los tiempos desesperados también pueden conducir a medidas desesperadas, desde un aumento de suicidios hasta disturbios civiles que pueden afectar aún más la actividad económica. Incluso sin escenarios de zombis apocalípticos, los contratiempos en la lucha contra la pandemia pueden ser devastadores.

Ejemplos de tales líderes son Angela Merkel de Alemania y Moon Jae-in de Corea del Sur, quienes desplegaron los test, hablaron con calma al público y están levantando las restricciones de manera gradual y cautelosa. Merkel está disfrutando de un alza del 79%, y el partido de Moon obtuvo una victoria aplastante. Ambas economías están en pie.

¿Está a la altura el liderazgo de las economías más grandes del mundo?

Estados Unidos en desorden

El presidente Donald Trump dijo que el coronavirus es el nuevo engaño de los demócratas en un mitin el 28 de febrero y solo cambió el discurso en la segunda semana de marzo, minimizando el daño. Dijo que nadie podría haberlo predicho.

Sin embargo, su asesor Peter Navarro advirtió sobre el impacto del virus a principios de enero. Navarro es un conocido optimista de China, y su memorando no cambió la política de Trump. Alrededor de la firma de la Fase Uno del acuerdo comercial chino-estadounidense, algo que ahora suena tan remoto como el Brexit, las palabras del asesor sonaron como el niño que lloró lobo. Prefirieron centrarse en la economía fuerte al comienzo de un año electoral y pasaron por alto el peligro para la economía.

Trump prefirió decir que su homólogo chino, Xi Jinping, estaba haciendo un buen trabajo en la lucha contra la crisis. Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud, elogió a ambos líderes al mismo tiempo. Sin embargo, los estadounidenses que trabajan en la OMS se pusieron en contacto con la Casa Blanca y proporcionaron actualizaciones sobre la enfermedad.

Los Estados Unidos y Corea del Sur confirmaron sus primeros casos el 21 de enero. Mientras que Seúl usó la receta de la OMS para implementar test rápidamente, el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos prefirió desarrollar sus propias pruebas, que resultaron defectuosas y solo más tarde comenzaron a producir pruebas confiables.

Esta pérdida de tiempo precioso no es solo culpa del líder, ya que su antiguo asesor de seguridad nacional John Bolton disolvió la oficina de seguridad sanitaria global del NSC en 2018, debilitando la capacidad de Estados Unidos para responder a una pandemia.

El 23 de enero, China cerró Wuhan con su población de 11 millones y más tarde la provincia de Hubei que la rodea con 50 millones de habitantes. Sin embargo, la Casa Blanca se conformó con prohibir los vuelos desde China y afirmó que todo estaba bajo control. El movimiento de China parece una pista de lo que sucedería al otro lado del Pacífico.

No es hasta el 13 de marzo que Trump declaró la emergencia nacional, cuando el COVID-19 ya se había extendido en la comunidad como un incendio forestal, incluso alrededor de donde creció en Queens, Nueva York.

El número de muertes confirmadas en los Estados Unidos supera a todos los demás países, y más de 22 millones de estadounidenses han perdido sus empleos en el momento de escribir este artículo.

Más tarde se enfrentó con los gobernadores por varios temas, desde ventiladores necesarios para tratar los peores casos de COVID-19 y luego los test, muy necesarios para reabrir la economía. Inicialmente, los estados competían por obtener equipos médicos en lugar de que el gobierno federal coordinara la respuesta. Phil Hogan, el gobernador republicano de Maryland, usó los lazos personales de su esposa para hacerse las pruebas del coronavirus.

La confrontación de Trump con los gobernadores, incluidas las alentadoras protestas que resultaron en un distanciamiento social insuficiente, envía un mensaje mixto que también pesa sobre la confianza y la economía. Buscar atajos, como vender hidroxicloroquina, un medicamento contra la malaria que no ha sido concluyente en el tratamiento de pacientes con coronavirus, crea una falsa esperanza. A su vez, las expectativas prematuras, al igual que una segunda ola potencial, pueden dar otro golpe a la economía.

El índice de aprobación de Trump inicialmente subió, en un fenómeno de "reunión alrededor de la bandera", pero siguió siendo negativo. Ese efecto se desvaneció rápidamente. Sus intentos de culpar a los demócratas, China, la OMS y los inmigrantes parecen tener un éxito limitado en combatir la enfermedad u obtener el respaldo del público.

El daño a la economía está aquí para quedarse y potencialmente empeorar con este liderazgo.

China: Encubrimiento y desconfianza

Los médicos en Wuhan advirtieron sobre un grupo peculiar de casos de neumonía en diciembre de 2019, de ahí COVID-19. El Partido Comunista reaccionó castigando a los médicos por "difundir rumores falsos" y dejando que la enfermedad se extendiera. Uno de estos profesionales, Li Wenliang, murió más tarde, a los 34 años. La historia de Li es una de las que causó enojo y que las autoridades no pudieron silenciar.

Algunos funcionarios en Hubei fueron despedidos y aumentaron las esperanzas de mayor transparencia. Sin embargo, la máquina de propaganda de China más tarde entró en acción y cambió la retórica de la búsqueda del alma a culpar a los extranjeros.

China también engañó a la OMS al negar las transmisiones de persona a persona a principios de enero y retrasó la visita de una delegación del organismo internacional. La rápida propagación de la enfermedad en Europa y el mayor número de muertes también despertaron sospechas sobre las estadísticas y la información que proporcionó Pekín.

China está volviendo a la normalidad. Sin embargo, si bien puede obligar a las personas a trabajar en las fábricas, Pekín no puede convencer al público para comprar, ir a restaurantes o disfrutar de otros eventos públicos. La desconfianza en el liderazgo tiene su coste económico

Un régimen autoritario puede tener un mejor control cuando se trata de bloqueos, pero no es inmune a los contratiempos y a las segundas oleadas. Suifenhe, en la frontera rusa, está experimentando un brote que tanto Pekín como Moscú están tratando de minimizar.

Globalmente, el enfoque de Pekín, a través del medio de comunicación en inglés Global Times y otros, es despectivo. Las autoridades presumen de su apoyo al mundo, pero las empresas chinas están cobrando precios elevados a los países que necesitan suministros médicos. Un ejemplo es una donación de cientos de miles de máscaras a España, que fueron enviadas en tren. Mientras esa carga estaba en camino, Madrid ya compró millones de máscaras que llegaron a través de vuelos de otra compañía china.

No solo Estados Unidos sospecha de China, sino que otros países cuestionan su dependencia de los suministros baratos. Estados Unidos y China ya estaban en el largo proceso de desacoplamiento, y la Fase Uno del acuerdo comercial hizo poco para restablecer la confianza. El liderazgo de China en la crisis probablemente acelerará ese proceso.

Menos comercio global y desglobalización también tendrán su efecto.

Unión Europea desunida

Las crisis son oportunidades para sanar, pero también pueden abrir heridas no curadas. La eurozona nunca se recuperó económicamente de forma completa, ni se unió políticamente después de la crisis de la deuda. El Brexit provocó un impulso al apoyo del bloque y sus ventajas, pero la devastación económica ha reabierto la división entre los países del norte y los del sur.

Holanda quiere investigar a los países que no construyeron un margen fiscal en los últimos años y quiere castigarlos. Italia, España y Portugal se enfurecieron porque en tiempos de emergencia no hay solidaridad. Alemania ha tenido éxito en mitigar el COVID-19 después de años de invertir en salud, incluidos los laboratorios capaces de detectar la enfermedad. Sin embargo, lideró la política de austeridad que provocó recortes en el gasto en atención médica en todo el continente.

Los funcionarios en Bruselas parecen reconocer el riesgo existencial para la unión monetaria, han tratado de calmar el estado de ánimo y lideran una recuperación ambiciosa, tal vez protegiendo sus propios trabajos, pero sin éxito. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y ex ministra de defensa de Merkel, dijo que la UE le debe disculpas a Italia. Su diputado Frans Timmermans apoyó un ambicioso fondo de 1.5 billones de euros.

Mientras que paquetes de ayuda más pequeños y palabras relajantes mantienen unido al bloque, los partidos euroescépticos tanto en el norte como en el sur están envalentonados por la crisis económica y la ira nacionalista. El italiano Matteo Salvini se apoya en la falta de ayuda de Europa a su país, y los partidos xenófobos en Alemania y otros países se están beneficiando del sentimiento de que los estados perezosos no deberían recibir ninguna ayuda.

El temor de los extremistas está causando que los líderes adopten posturas más estrictas en las conversaciones europeas, mientras que la ausencia de una respuesta unida masiva hace que los gobiernos gasten menos fondos para mitigar las consecuencias económicas. La falta de liderazgo para coordinar la respuesta de salud y la respuesta económica está pasando factura a corto y largo plazo.

Implicaciones globales

El desacoplamiento chino-estadounidense mencionado anteriormente, y potencialmente otras caídas en el comercio, pueden dar otro golpe a la economía global. Eso vendría además de las dificultades infligidas en cada zona por la falta de liderazgo.

Además, el juego final para salir de la crisis del coronavirus proviene del esfuerzo de salud. Un tratamiento efectivo, y preferiblemente una vacuna, permitiría un retorno completo a una vida saludable. Sin embargo, la creciente desconfianza internacional podría retrasar ese proceso.

Si China anuncia que ha desarrollado una vacuna, ¿otros países confiarán en ella? El enfoque de “primero América” de Trump puede llevar a que Estados Unidos se cuide primero antes de permitir que otros países produzcan el medicamento.

Conclusión

Al contrario que en 2008-2009, falta liderazgo. Eso implica una salida más lenta de los bloqueos y segundas oleadas de la infección potencialmente devastadoras. Es probable que el juego de la culpa internacional, culpando a otros países, y el nacionalismo también afecten económicamente a medida que el mundo intenta derrotar al COVID-19.

Las esperanzas de una recuperación en la última parte de 2020 o durante 2021 pueden ser demasiado optimistas. Después de la caída inicial, la parte vertical de la letra “L”, el mundo puede permanecer en niveles bajos de actividad. Los mercados no esperan esa parte horizontal de la letra “L” y puede dar lugar a otra ola de ventas. A medida que los inversores miran hacia el futuro, cualquier señal de que este escenario pesimista tenga mayores posibilidades puede hacer que los mercados bursátiles caigan mucho más antes de la segunda mitad de 2020.