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Educación

¿Quedan oportunidades en la renta variable europea? El posicionamiento es la clave

La renta variable europea está recuperándose a medida que los inversores reconocen cada vez más el renovado potencial de la región; hasta el punto en que sus índices bursátiles empiezan a parecer sobrevalorados tácticamente, sobre todo si tenemos en cuanto los contratiempos presentes a corto plazo.

Si bien creo que los argumentos a favor de Europa siguen siendo convincentes, en la actualidad los inversores deberían centrarse en los indicadores fundamentales de las empresas y confiar menos en la dinámica positiva. Ante el cambio de régimen que atraviesa Europa, en mi opinión el posicionamiento de la cartera cobra una importancia enorme, pues puede servir para sacar partido del nuevo modelo económico que está empezando a surgir en el continente.

En las próximas líneas les explico qué implicaciones puede tener todo ello en la práctica.

Argumentos favorables a la inversión en Europa

La vigencia de la tesis de inversión en Europa se sustenta, bajo mi punto de vista, en los siguientes tres aspectos (de mayor a menor importancia):

  1. El cambio de régimen estructural. Considero que Europa está empezando a abordar sus principales retos geopolíticos y macroeconómicos, distanciándose de su excesiva dependencia de las exportaciones en favor de un modelo de crecimiento más orientado hacia su mercado interior con mayores estímulos fiscales y coordinación entre países. 
  2. El potencial de diversificación. En un mundo tan divergente y poco estable como el actual, Europa ofrece a los inversores internacionales enormes oportunidades de diversificación, como demuestra el aumento de los flujos de capital de los inversores que tratan de limitar su dependencia del excepcionalismo estadounidense.
  3. Las valoraciones. Al margen de las inquietudes a corto plazo, en gran medida las valoraciones siguen siendo atractivas tanto en términos absolutos como relativos.

El aumento de la divergencia en la renta variable europea: Un factor al que prestar atención

Tras el último repunte, el panorama que se presenta por delante no está tan claro, y para mí esto exige un mayor protagonismo del posicionamiento de la cartera y análisis más exhaustivos de las empresas. 

  • Rebajas en los beneficios previstos. Europa parece más expuesta a los contratiempos a corto plazo que otras regiones, como pone de manifiesto el mayor número de ajustes a la baja de las previsiones de resultados empresariales.
  • Disparidad en los efectos del cambio de régimen. Los cambios estructurales que se producen actualmente en Europa están favoreciendo más a unos sectores y empresas que a otros. En términos generales, están perjudicando a las empresas internacionales, mientras que aquellas más concentradas en el mercado interior se están viendo beneficiadas.

Desafíos a corto plazo

A continuación, enumero algunas de las principales tendencias negativas que sigo de cerca por sus posibles repercusiones en los resultados de las empresas y las valoraciones en Europa:

  • La desaceleración del ciclo mundial. Dado el elevado peso de las empresas internacionales en Europa, sus mercados bursátiles suelen ser muy sensibles al ciclo mundial. El impulso económico global ha empezado a perder fuelle, al hacer mella en la actividad económica la incertidumbre en torno al comercio y el repunte de las tensiones geopolíticas. 
  • El fortalecimiento de las divisas europeas. Teniendo en cuenta que las compañías europeas generan la mayoría de sus ingresos en el exterior, la debilidad del dólar y la fortaleza de las divisas europeas suponen un claro revés.
  • Los elevados tipos de interés. A pesar de las recientes rebajas y el estrechamiento de los diferenciales crediticios, los tipos todavía están situados en niveles más altos que en épocas anteriores, lo que eleva el coste de financiación (y de refinanciación).

Por qué la demanda doméstica europea podría aplacar la inquietud en 2026

Tras un período prolongado de atonía, espero una aceleración de la demanda interna en Europa durante 2026 que compense algunos de los factores negativos mencionados. Entre los principales motivos en que baso esta perspectiva más optimista figuran:

  • El giro fiscal de 180 grados en Alemania. A principios de este año, el país germano anunció una importante reestructuración de su política fiscal. Tras años de austeridad, ahora planea gastar alrededor del 25% del PIB en infraestructuras y proyectos de defensa en los próximos diez años. Pese a las dificultades de ejecución evidentes, me parece que este programa de gasto a gran escala tiene el potencial de impulsar el crecimiento en Alemania y Europa de forma considerable, y así contrarrestará parcialmente el daño causado por la crisis arancelaria. Quizá veamos los primeros efectos ya el año que viene, pues el Gobierno ha puesto el foco en las inversiones locales, cuya incidencia es inmediata y visible. 
  • La flexibilización monetaria. La coyuntura monetaria europea apunta actualmente a una mejora de la dinámica económica. Si, como espero, la inflación sigue bajando, es posible que se profundice en las políticas expansivas. Esto respaldaría el crecimiento interno, ya que la influencia de los tipos a corto plazo en Europa es notable; tanto las empresas como las familias dependen en enorme medida del endeudamiento a tipos variables a corto plazo. Una señal es que la actividad constructora ha comenzado a recuperarse en Europa.
  • La solidez financiera de las familias. Los consumidores europeos han acumulado un considerable excedecente de ahorro y los balances de los hogares son los más robustos en más de dos décadas. La bajada de los tipos, el encarecimiento de la vivienda y el final de la crisis energética deberían favorecer el consumo y permitir cierta normalización de la tasa de ahorro. En algunos indicadores, la expansión de los préstamos al consumo de la zona euro ya supera a la de Estados Unidos.
  • La recuperación de la industria. El sector manufacturero ha sido un lastre para el crecimiento en Europa durante varios años, pero en los últimos tiempos los indicadores económicos han empezado a mostrar indicios de mejoría, como las carteras de pedidos pendientes y los inventarios, que parecen estar estabilizándose. Aunque se parte de niveles muy bajos, se trata de las señales más claras en cuatro años de que el sector ha tocado fondo.

¿Cómo afecta todo esto al posicionamiento?

En los siguientes párrafos propondré algunas ideas generales que deben tener en cuenta los inversores: 

  • Decantarse por empresas concentradas en el mercado interno. Los resultados de estas empresas ya están experimentado un mayor impulso que sus homólogas internacionales, lo cual es un buen augurio para sus cotizaciones en la medida en que espero que el crecimiento repunte el próximo año en la región.
  • Buscar márgenes sólidos. Las proyecciones de márgenes de muchas empresas europeas parecen exageradas en un contexto histórico. Si bien una parte de la expansión de los márgenes prevista es estructural, lo considero un riesgo a corto plazo, sobre todo combinado con valoraciones caras. En este sentido, los bienes de equipo, el software y los servicios comerciales suscitan especial inquietud. 
  • Orientarse a los beneficiados del cambio de ciclo. Junto con los sectores más orientados a la demanda doméstica, como las telecomunicaciones, la banca y la construcción, creo que ciertos valores de defensa y de utilities con elevadas barreras de entrada podrían convertirse en los principales ganadores de la transformación de Europa. Con algunas excepciones notorias, muchas de estas acciones parecen baratas desde una perspectiva de largo plazo.
  • Evitar a los ganadores del pasado. Por el contrario, estoy convencido de que las valoraciones de las grandes empresas de vocación exportadora en sectores como los bienes de lujo y la automoción todavía no se han adaptado a la nueva realidad de ralentización de la globalización y mayores barreras comerciales. Evitaría asimismo las empresas de crecimiento que necesitan una financiación asequible, pues es probable que la inflación estructuralmente más alta limite al alcance de las rebajas de los tipos de interés.

Conclusión

Los argumentos a favor de invertir en Europa siguen siendo sólidos, pero es imprescindible ser más selectivos y escrupulosos a la hora de posicionarse tanto para mitigar el impacto de los actuales contratiempos como para optimizar la exposición a las nuevas oportunidades que está brindando el cambio de régimen en Europa.

 

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