Urgen reformas del mercado laboral europeo
|Las tasas de desempleo europeas están en mínimos de varios años. Muchos responsables políticos siguen insistiendo en que garantizar el empleo es una de sus principales preocupaciones. Sin embargo, este es exactamente el mensaje equivocado, ya que está librando una vieja batalla. En tiempos de escasez de mano de obra y retos demográficos, el desempleo es un riesgo cada vez menor para los hogares. En su lugar, los responsables políticos deberían facilitar la transición de los trabajadores a empleos con mayor productividad y remuneración. De lo contrario, la distancia que separa a Europa de los países más dinámicos será aún mayor.
El desempleo era el riesgo más importante al que se enfrentaban los hogares durante las décadas de 1970, 1980 y 1990. En consecuencia, los responsables políticos promulgaron y protegieron leyes que reducían este riesgo impidiendo el despido de trabajadores. Subvencionaron a las compañías en crisis para asegurar el empleo en regiones y sectores estructuralmente desfavorecidos. Ofrecieron planes de jubilación anticipada y acuerdos de trabajo a jornada reducida que mantuvieron a algunos trabajadores inactivos fuera de las estadísticas de desempleo. Seguir haciéndolo sería librar una batalla equivocada por tres razones: En primer lugar, los puestos de trabajo ya no escasean, pues el cambio demográfico conduce a una escasez de mano de obra en lugar de a un elevado desempleo (Gráficos 1 a 3). En segundo lugar, el mercado laboral es menos cíclico, ya que más gente trabaja en el sector servicios, más estable. Por último, el número de hogares con dos perceptores de ingresos ha aumentado considerablemente, lo que reduce el riesgo financiero en caso de que uno de ellos se enfrente al desempleo.
Gráfico 1: Desempleo, desempleo juvenil, recesiones
Gráfico 2: La esperanza de vida ha aumentado de manera constante
Gráfico 3: La escasez de mano de obra como factor que limita la producción
Sin embargo, surgen nuevos retos: (i) Las personas trabajarán durante más tiempo y, por lo tanto, necesitarán cualificaciones y puestos de trabajo que puedan desempeñar no solo en su juventud, sino también a partir de los sesenta años. (ii) La inteligencia artificial hará que muchos puestos de trabajo sean innecesarios o, como mínimo, transformará sus rutinas diarias. (iii) La población activa se reducirá en las sociedades occidentales, lo que agravará la escasez de mano de obra. (iv) La mayoría de los países se enfrentan a elevados gastos en pensiones, defensa y costes de intereses, todos los cuales serían más fáciles de financiar con un crecimiento económico más fuerte.
Lamentablemente, Europa se está quedando atrás con respecto a otros países, particularmente frente a Estados Unidos, a un ritmo alarmante. Su PIB per cápita, por hora trabajada y por trabajador, está muy por detrás del de Estados Unidos (Gráfico 4). Desde 2020, estas diferencias de productividad con respecto a Estados Unidos se han ampliado significativamente. Además, la utilización de la mano de obra se mantiene solo en el 87% del nivel de Estados Unidos. En otras palabras, Europa no solo trabaja menos, sino que lo hace de una manera menos productiva.
Gráfico 4: Productividad de Europa, expresada en porcentaje de la de EE.UU.
Las medidas para aumentar las horas trabajadas por persona son bien conocidas: (i) aumentar la tasa de participación en la población activa, en particular la de las mujeres, (ii) suprimir los planes de jubilación anticipada, (iii) aumentar la edad de jubilación o, al menos, aprovechar mejor a los trabajadores de más edad, (iv) reducir la presión fiscal sobre el trabajo para aumentar la oferta de mano de obra, (v) atraer inmigración cualificada en puestos de trabajo en los que la escasez de mano de obra es un problema, todo lo cual no es fácil desde el punto de vista político. Aumentar la productividad laboral es aún más difícil. En lugar de permanecer toda la vida en el mismo puesto y con el mismo empleador, habría que animar a los trabajadores a cambiar a puestos con una remuneración más alta o, en otras palabras, con una mayor productividad. La legislación laboral actual desincentiva activamente esta práctica. Las indemnizaciones por despido suelen aumentar con el número de años que los trabajadores permanecen en la misma compañía. Como resultado, los trabajadores tienen menos incentivos para cambiar a puestos de trabajo con salarios más altos. Además, su seguridad laboral disminuye en un nuevo puesto de trabajo, ya que los empleadores también tienen más incentivos para despedir primero a los contratados más recientemente si quieren ahorrar en indemnizaciones por despido. Por lo tanto, los trabajadores de más edad son menos propensos a cambiar de trabajo que los trabajadores más jóvenes en una mano de obra envejecida, lo que reduce la movilidad laboral general y la reasignación para un uso más eficiente de los escasos recursos laborales.
Por supuesto, además de las regulaciones del mercado laboral, hay otros factores que contribuyen a la brecha de productividad entre Estados Unidos y los países europeos. La culminación del mercado interior y la profundización de los mercados bancarios y de capitales en la UE contribuirían a reducirla. También es fundamental atraer nuevas inversiones de capital en tecnologías y sectores avanzados. En lo que respecta a los mercados laborales, los responsables políticos deben cambiar su enfoque y pasar de garantizar los puestos de trabajo existentes a apoyar la creación de nuevos puestos de trabajo de alta productividad, y garantizar que los trabajadores tengan incentivos para optar a ellos.
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