Semana clave para la política fiscal británica ante la presión global
La elevada deuda pública no es un fenómeno nuevo. El endeudamiento ha ayudado a los gobiernos durante décadas - siglos - a suavizar el consumo, limitar el efecto de los ciclos económicos y, en algunos casos, perseguir un crecimiento adicional. Sin embargo, en los últimos años, la carga de la deuda y los costes de su servicio se han disparado. La combinación de mayores niveles de gasto durante todo el periodo covid (mayor stock de deuda) y el rápido aumento de los rendimientos de la deuda pública ha hecho que los costes del servicio de la deuda se disparen de forma generalizada. Durante 2024-25, se espera que el Reino Unido gaste más de 100.000 millones de libras en el servicio de la deuda, lo que supone aproximadamente el 8% del gasto público total.
En Estados Unidos, esa cifra se aproxima al billón de dólares. Con el gran proyecto de ley fiscal de Trump a punto de completarse, esos costes de financiación parece que solo van en una dirección: no es hacia abajo. El aumento de los déficits fiscales estadounidenses podría presionar al alza los rendimientos de Estados Unidos (especialmente en los vencimientos más largos). Esto tendrá implicaciones para el Reino Unido. Como vimos a principios de abril, cuando los rendimientos estadounidenses se dispararon en respuesta a los anuncios de aranceles de Trump, los rendimientos del gobierno del Reino Unido se vieron arrastrados por ellos. Los inversores se refugiaron en los bunds alemanes, supuestamente más seguros.
Así pues, esta semana es importante. Mientras nos adentramos en otro periodo de gran volatilidad para los rendimientos de la deuda pública estadounidense, en el Reino Unido la ministra de economía, Reeves, tiene esta semana la oportunidad de reforzar sus normas fiscales, generar confianza y, lo que es más importante, diferenciar al Reino Unido del exceso fiscal de Estados Unidos.
La Canciller Reeves ha dicho a todos los que la escuchan que sus reglas fiscales no son negociables, y esta semana tiene que demostrarlo. Para cumplir su primera regla fiscal tiene que demostrar al mundo que está tomando las duras decisiones sobre el gasto diario. Luego, con su segunda regla fiscal en la mano, tiene que esbozar un plan de crecimiento positivo.
Esta semana no es un escaparate fiscal como el presupuesto de otoño, pero es una señal necesaria.
A la Canciller Reeves le esperan grandes decisiones, pero éstas serán mucho más fáciles si nos dirigimos al otoño con unos rendimientos del gilt a la baja a pesar de lo que Estados Unidos pueda arrojar a los mercados mundiales de deuda pública.
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