El déficit de Estados Unidos podría situarse en el 6.4% en 2025 y llegar al 7% de media en 2026-2030
|Si no se adoptan medidas fiscales correctoras de calado, la ratio de deuda pública de EE.UU. alcanzará el 133% del PIB en 2030, superando nuestras previsiones para Francia (122%) y el Reino Unido (111%). Los pagos de intereses supondrán una media del 12% de los ingresos, al menos el doble que sus homólogos.
La persistencia de un elevado déficit fiscal, el aumento de los gastos por intereses y la limitada flexibilidad presupuestaria son los principales factores que impulsan la trayectoria ascendente de la deuda de las administraciones públicas de EE.UU. en relación con el PIB. Estas dinámicas respaldaron nuestra decisión de confirmar la calificación AA de EE.UU. con perspectiva negativa el 9 de mayo de 2025, a pesar de que existen varias fortalezas crediticias. Entre ellas se encuentran la resistencia de la economía, la profundidad y liquidez de los mercados de capitales y la primacía del dólar como moneda de reserva mundial.
El déficit de las administraciones públicas estadounidenses se amplió al 7.3% del PIB el año pasado, muy por encima de la media anterior a la pandemia de alrededor del 4.8% entre 2015-19. Esperamos que el déficit siga siendo elevado en 2025, en torno al 6.4% del PIB, y que se sitúe en torno al 7% de media en 2026-2030, impulsado por el aumento de los tipos de interés y las mayores necesidades de financiación para apoyar programas de prestaciones sociales como la Seguridad Social, Medicare y los servicios de jubilación e invalidez para militares y funcionarios. La probable prórroga de la Ley de recortes fiscales y empleo de 2017, las reducciones fiscales adicionales propuestas, así como el aumento del gasto en defensa y seguridad fronteriza, añadirán más presión a las finanzas públicas.
El aumento previsto de la deuda de EE.UU. en relación con el PIB se debe a la persistencia de sus déficits presupuestarios primarios y a los elevados pagos netos de intereses, que se situarán en torno al 12% de los ingresos entre 2025 y 2030. Esto contrasta con el 7% del Reino Unido, el 5% de Francia y Bélgica, y sólo el 2.5% de Alemania. Dado que el vencimiento medio de los bonos del Tesoro es bajo, de 5.9 años, frente a una media de 7.2 años en las economías avanzadas, el aumento de los tipos de interés repercute con relativa rapidez en la dinámica de la deuda.
Las necesidades brutas de financiación son elevadas, del 38% del PIB este año, y seguirán siéndolo, con una media del 34% del PIB en 2026-30, la más alta de cualquier prestatario soberano con calificación Scope, excepto la de Japón (A/Estable).
Gasto obligatorio, presiones fiscales a largo plazo para impulsar los resultados presupuestarios
La restringida flexibilidad presupuestaria limita la capacidad del gobierno para compensar las mayores necesidades de gasto con recortes significativos del gasto o aumentos de los ingresos. En 2024, el gasto obligatorio, que incluye los principales programas sanitarios y la Seguridad Social, representará en torno al 60% del gasto federal anual. El gasto discrecional, que determinan el Congreso y la Administración en el proceso anual de presupuestos y asignaciones, representaba en torno al 27%, del cual casi la mitad correspondía a gastos de defensa. Por último, los desembolsos netos en concepto de intereses representaron alrededor del 13% del gasto total anual.
Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, las presiones continuas sobre el gasto, en particular las derivadas del aumento de los gastos obligatorios y los desembolsos por intereses, probablemente elevarán el ratio deuda/PIB al 169% en 2055. Esta trayectoria también refleja las presiones de gasto a largo plazo relacionadas con el envejecimiento. El FMI estima un valor actual neto del gasto en sanidad (112%) y pensiones (15%) del 127.5% del PIB en 2024-50, la mayor carga prevista entre las economías avanzadas.
Es poco probable que las reducciones propuestas por el presidente Donald Trump en la financiación discrecional para el año fiscal 2026, junto con los mayores ingresos esperados de los aranceles, reduzcan significativamente el déficit presupuestario. Las propuestas incluyen recortes significativos del gasto discrecional no relacionado con la defensa del 22.6%, o 163.000 millones de dólares.
Sin embargo, con un gasto público total de 6.75 billones de dólares en 2024, estos recortes sólo representarían el 0.5% del PIB. Además, las propuestas de aumentar el gasto en defensa en un 13% sugieren que el gasto discrecional total se mantendrá prácticamente sin cambios. Por otra parte, los nuevos aranceles anunciados en abril de 2025 en el «Día de la Liberación» podrían generar, según estimaciones de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, unos 145.000 millones de dólares anuales durante la próxima década (menos del 0.5% del PIB).
Por último, aun en el caso de que pudieran obtenerse ahorros adicionales reduciendo el fraude y los pagos indebidos, una reducción significativa del déficit mediante recortes del gasto exigiría también reducciones de los desembolsos obligatorios. Sin embargo, las limitaciones políticas hacen improbables tales medidas. A falta de recortes en la seguridad social, Medicare o los gastos relacionados con la defensa, la estabilización de la trayectoria de la deuda resultará difícil si no se adoptan nuevas medidas de aumento de los ingresos, como subidas impositivas generalizadas.
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