La ya famosa comparecencia de Draghi en Londres desató la euforia del mercado en los últimos días de julio. Las bolsas subieron, el euro se aproximó a 1.2400 y el sentimiento del mercado se tornó positivo.
El presidente del Banco Central Europeo había escenificado una defensa a ultranza del euro en un momento en el que la prima de riesgo española alcanzaba niveles máximos. Tras sus palabras, la presión sobre la deuda de España disminuyó, y también se relajó la de Italia.
Todas las esperanzas se depositaron entonces en la reunión del BCE del 2 de agosto. Los tipos de interés se mantuvieron en el 0.75%, tal y como se esperaba, después de la rebaja de junio. Y luego Draghi habló, pero no dijo nada de lo que el mercado esperaba.
Mario Draghi se limitó a decir, en su habitual discurso posterior a la publicación de la tasa de interés, que el BCE actuaría cuando fuera necesario y que si algún país necesitaba ayuda, la solicitara a través del fondo de rescate, pero no anunció las medidas esperadas.
Los mercados, como era de esperar después de tanta expectativa, giraron a la baja, con caídas en las bolsas y el euro. El viernes, sin embargo, todo parecía volver a su lugar, porque en última instancia, todos siguen pendientes de Draghi y sus esperadas acciones.
Como muestra, las declaraciones del presidente español, Mariano Rajoy, que ha declarado en rueda de prensa que no tomará ninguna decisión respecto a la posibilidad de pedir ayuda económica a Europa hasta que vea como actúa el BCE.
Lo dicho, todos a seguir pendientes de Draghi.
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